martes, 17 de marzo de 2009





¿Qué es la música? ¿Existe la música inspirada? ¿Qué tiene de particular?

Dice la definición clásica que la música es el arte de combinar los sonidos. No se incluye a la palabra, pero el concepto la abarca ya que la palabra es la expresión sonora de un abstracto mental.
Destaco de que la música está definida como “arte”. Y ¿Qué es el “arte”?
En este contexto podríamos decir que es la virtud, disposición y habilidad para hacer algo. O el conjunto de preceptos y reglas necesarios para hacer bien algo.
La expresión artística emana de la capacidad humana de razonar y de plasmar sus ideas en una forma entendible para otros. Entonces, el arte es una de las formas de emitir un “mensaje”.

La teología clásica admite que la idea de que el hombre haya sido creado “a imagen y semejaza de Dios” incluye la humana posibilidad de ejercitar un intelecto superior, con una capacidad extraordinaria que, a más de abstraer, permite vivenciar nociones espirituales.
Los animales comparten parte de nuestra biología, la parte del hombre hecha del polvo de la tierra; pero no tienen la posibilidad de razonar, de entender al nivel de los humanos. La razón, el libre albedrío, y todo lo que tenga que ver con la inteligencia superior, vincula al hombre con su parte creada a imagen y semejanza de Dios. ´

Y el arte es una expresión de la razón. La música es parte de la pléyade de las artes.
La música, como el resto de las artes, es una forma de la expresión humana. Surge de la capacidad otorgada al hombre desde momento mismo de la creación.
Planteado de esta manera, podríamos decir que la música es un “medio de comunicación”.
Mencioné al principio de este comentario que la definición de música no excluye a la palabra. De allí que podamos hablar de canciones, con “letra y música”.

Y la palabra es otro medio de comunicación que tiene que ver con la superioridad del intelecto humano. En definitiva, “música y palabras” provienen de un mismo lugar: la mente del hombre. Y ésta, en la forma que existe, proviene de la configuración original según el modelo “a imagen y semejanza de Dios”.

Podemos usar la palabra para decir cosas buenas y malas, para bendecir o maldecir. O simplemente podemos utilizarla como medio para comunicarnos y expresarnos sobre sentimientos, ciencia, etc.

La música tiene los mismos atributos que la palabra. Como ella, es un medio de comunicación y se puede utilizar para bien o para mal, para bendecir o maldecir, o incluso puede, en este sentido, ser neutral.
Todas las artes tienen en común esto. Por ejemplo: la pintura o la escultura, pueden transmitir un mensaje positivo, negativo o ser neutros. Dependerá de la intención original del autor y finalmente de la interpretación que se hará después de ella.

¿Quién creó la música? Está claro que es previa a la humanidad y será superviviente a esta. Entonces ¿Quién la creó? La Biblia no lo explicita, pero entiendo que su origen es celestial. Ergo, creo que el autor es el mismo Dios.

¿Existe la música inspirada? ¿Por qué la Biblia habla de “salmos y cánticos espirituales”?
Creo que, de esta última pregunta se desprende que no todo salmo o cántico es espiritual. Pero ¿Por qué habría de ser así?

Personalmente creo que la música originada de un touch divino es algo excepcional. Tan excepcional como la palabra profética. ¿Existe la profecía? Por supuesto que si. Sería una herejía desatender uno de los fundamentos de la comunicación Dios-hombre, promulgada desde la misma Biblia. Sin embargo, ¿Profetizamos con cada palabra que expresamos en el cotidiano vivir? Obviamente que no. El más prolífico de los profetas no hablaría profecía sino tan solo mediante un mínimo porcentaje de sus expresiones verbales diarias.

Entonces, me atrevo a decir que si existiera la música inspirada (adelanto mi opinión favorable), no toda lo es, aún la escrita por un cristiano nacido de nuevo.

¿Qué entiendo acerca de lo que debería llamarse “música inspirada”?
Haciendo la salvedad del posible contacto divino a la manera profética, la música inspirada es la que debería emanar de una mente regenerada por la obra del Espíritu Santo. Entonces, emana del hombre, pero en este caso del hombre que como en todas sus expresiones, traduce una mentalidad acomodada a la mente de Cristo.

Entonces, creo que la música es una forma de comunicación, sublime desde génesis. Como todo lo creado, el uso indebido que el hombre pueda hacer de ella, no la descalifica en absoluto.
A esta altura resulta obvio que el hombre, libre albedrío mediante, puede optar por utilizar la música, así como la palabra y cualquier arte, al servicio de Satanás. Recordemos que la ocupación de Lucifer, cuando aun no se había revelado, era justamente la de ser músico. De manera que, excepto Dios, nadie mejor que Satanás conoce del arte musical.

¿Que tiene la música de particular? ¿Dónde radica su “poder”?
La música, además de simple habilidad y belleza, resulta un medio poderoso para el transporte e inoculación de ideas. Es que la mente humana es muy afín a la combinación de sonidos. Música y palabras constituyen un tándem eficaz.
Imaginemos que Marcos Witt, haya dicho una o mil veces “Enciende una luz”. Este concepto jamás habría de proyectarse en la dimensión que lo hizo si no fuera por la eficaz asociación con una melodía bella y pegadiza. Millones han repetido con palabras o en su mente: “Enciende una luz... enciende una luz... enciende una luz”. La música tiene la potencialidad de “carrier” de ideas, como ningún otro arte. Fruto de la obra de un creador non sancto, una melodía pegadiza podría llegar a “pegarnos” (valga la redundancia) la mas absurda de las ideas.
De allí la importancia de la música. Sirve para tanto para hacer lo bueno como para lo malo, para llevar un mensaje de santificación o de herejía.

¿Quien inventó la música clásica, el tango, el folklore, el blue, el rock, el hip hop, etc...?
O ¿Quién inventó el reggaetón? ¿ Daddy Yankee? Probablemente si.
Pero, en rigor de verdad, en música, y en todo arte, nada surge de la nada. Siempre se innova sobre una base anterior. Así como cualquier lector puede “inventar” un nuevo vocablo, creando un neologismo; o cualquier pintor tiene una idea novedosa para plasmar en la tela, el compositor musical tiene la ocurrencia de una melodía.
Entonces a cualquier “inventor” de un estilo, a lo sumo cabría otorgársele el mérito se haber tenido éxito en la difusión de un concepto musical.
Así como una persona es capaz de inventar un neologismo, el músico crea melodías y estilos. Pero el hombre no ha creado el don de la palabra, de la misma manera que el hombre no es el autor de “la” música.
En este punto de los estilos musicales, cabe decir que ellos tienen mucho o (o todo) que ver con la música en sí y la interacción con la cultura.
No encontré en la Palabra de Dios algo que me oriente a pensar que tal o cual estilo es mas apropiado a la Iglesia. De ser demasiado intransigentes caeríamos en que hoy tendríamos que cantar como los hebreos de hace 2000 años, o como ocurrió en un tiempo, pensar que el “canto llano” era la única opción aceptable.

Sin embargo, hay algunos lineamientos que, siendo de aplicación a lo general de la vida cristiana, pueden aplicarse a la música en particular.

Toda expresión del cristiano debe evidenciar una mente conforme a la “mente de Cristo”. Esto, por oposición, significa no de acuerdo al mundo. “No os conforméis a este siglo”.
Creo que el creyente no debe ir corriendo tras lo que es exitoso en el mundo, y originado desde él, sino mas bien contra la corriente.
Los estilos musicales, así como el lenguaje verbal de las personas, reflejan una identidad. Escuchamos hablar y las personas e inferimos su nacionalidad o procedencia por su acento.
Este “acento” o giro característico debe ser notorio en el cristiano.

Mientras este concepto resulte claro y evidente, cuando la melodía y el ritmo no representen a un estilo de vida viciado de herejía y pecado, es decir que el “acento” de la música no represente al mundo y al pecado, no veo objeción al uso de cualquier ritmo.
Porque hay música que identifica toda una ideología. Y a veces esta ideología es satánica. De más está decir que frente al caso la descartaría de plano.

¿Cuál es el origen de un nuevo estilo? ¿Se lo identifica con el mundo y el pecado? ¿Es el estandarte de alguna doctrina opuesta al Evangelio? ¿Es cultivado y utilizado como característico “carrier” de ideas apologéticas del pecado?
Solo si así fuera, diría que tal estilo musical no es un estilo conforme al Evangelio.
Creo que estas preguntas son prioritarias a otras que tienen que ver con discriminar entre una melodía y otra en razón del aire alegre o melancólico de su ritmo, si gusta o no, si “pega” o no, si es novedoso o no, etc.

¿Quién inventó la música? Creo que el mismísimo Dios
¿Quiénes inventan lo ritmos? Los humanos en virtud del atributo creador otorgado por Dios.
¿Acaso podemos afirmar que el rock, el rap o el más novedoso reggaetón son satánicos?
No lo creo. No por el hecho del ritmo en sí mismo.

La música no es otra cosa sino lo que sus creadores han decidido que sea. Verificaría la identificación reggaetón–mundo antes de responder.
Finalizando apelo a un conocido versículo: “Todo me es lícito pero no todo conviene”.

John Wesley nació el diecisiete de junio de 1703, en Epworth, Inglaterra, el decimoquinto de diecinueve hijos de Samuel y Susana Wesley.
El padre de Wesley era predicador, y la madre de Wesley era una mujer notable en cuanto a sabiduría e inteligencia. Era una mujer de profunda piedad y crió a sus pequeños en estrecho contacto con las historias de la Biblia, contándolas ya alrededor del hogar de la habitación de los niños. También solía vestir a los niños con sus mejores ropas los días en que tenían el privilegio de aprender su alfabeto como introducción a la lectura de las Sagradas Escrituras.

El joven Wesley era apuesto y varonil, y le encantaban los juegos y en particular el baile.
En Oxford fue un líder, y durante la última parte de su estancia allí fue uno de los fundadores del "Holy Club," una organización de estudiantes serios. Su naturaleza religiosa se profundizó con el estudio y la experiencia, pero no fue hasta años después de dejar la universidad y entrar bajo la influencia de los escritos de Martin Lutero que sintió haber entrado en las plenas riquezas del Evangelio.

Juan Wesley y Conde Nicholas Ludwig von Zinzendorf

El y su hermano Carlos fueron enviados a Georgia por la Sociedad para la Propagación del Evangelio, y allí los dos desarrollaron sus capacidades como predicadores. Durante su navegación se encontraron en compañía de varios Hermanos Moravos, miembros de la asociación recientemente renovada por la actividad del Conde Zinzendorf. Juan Wesley observó en su diario que en una gran tempestad, cuando todos los ingleses a bordo perdieron enteramente la com­postura, estos alemanes lo impresionaron con su calma y total resignación a Dios. También observó la humildad de ellos bajo tratos insultantes.

Fue al volver a Inglaterra que entró en aquellas mas profundas experiencias y que desarrolló aquellos maravillosos poderes como predicador popular, que le hicieron un líder nacional. En aquel tiempo se asoció asimismo con George Whitefield, de fama imperecedera por su maravillosa elocuencia.

Lo que llevó a cabo bordea en lo increíble. Al entrar en su año octogésimo quinto, le dio las gracias a Dios por ser casi tan vigoroso como siempre. Lo adscribía en la voluntad de Dios, al hecho dc que siempre había dormido profundamente a que se había levantado durante sesenta años a las cuatro de la mañana y que por cincuenta años predicó cada mañana a las cinco. Apenas en su vida sintió algún dolor, resquemor o ansiedad. Predicaba dos veces al día, y a menudo tres y cuatro veces. Se ha estimado que cada año viajó cuatro mil quinientas millas inglesas, la mayoría a lomo de caballos.

Los éxitos logrados por la predicación Metodista tuvieron que ser alcanzados a través de una larga serie de años, y entre las mas acerbas persecuciones. En casi todas las partes de Inglaterra se vio enfrentado al principio por el populacho que le apedreaba, y con intentos de herirle y matarle. Sólo en ocasiones hubo intervenciones de la autoridad civil. Los dos Wesleys se enfrentaron a todos estos peligros con un asombroso valor, y con una serenidad igualmente asombrosa. Lo más irritante era el amontonamiento de calumnias e insultos de parte de los escritores de aquella época. Estos libros están totalmente olvidados.

Wesley había sido, en su juventud, un eclesiástico de la iglesia alta, y siempre estuvo profundamente adherido a la Comunión Establecida. Cuando vio necesario ordenar predicadores, se hizo inevitable la separación de sus seguidores de la iglesia oficial. Pronto recibieron el nombre de "Metodistas" debido a la peculiar capacidad organizativa de su líder y a los ingeniosos métodos que aplicaba.

La comunión Wesleyana, que después de su muerte creció hasta constituir la gran Iglesia Metodista, se caracterizaba por una perfección organizativa casi militar. Toda la dirección de su denominación siempre en crecimiento descansaba sobre el mismo Wesley.
La conferencia anual, establecida en 1744, adquirió un poder de gobierno sólo a la muerte de Wesley.

Carlos Wesley hizo un servicio incalculable a la sociedad con sus himnos. Introdujeron una nueva era a la himnología de la Iglesia de Inglaterra. Juan Wesley dividió sus días entre su trabajo de dirigir a la Iglesia, su estudio (porque era un lector incansable), a viajar, y a predicar.
Wesley era incansable en sus esfuerzos por diseminar conocimientos útiles a través de su denominación.
Planificó la cultura intelectual de sus predicadores itinerantes y maestros locales, y para escuelas de instrucción para los futuros maestros de la Iglesia. El mismo preparó libros para su uso popular acerca de historia universal, historia de la Iglesia, e historia natural.
En esto Wesley fue un apóstol de la unión de la cultura intelectual con la vida cristiana. Publicó también los más madurados de sus sermones y varias obras teológicas. Todo esto, tanto por su profundidad y penetración mental, como por su pureza y precisión de estilo, excitan nuestra admiración.

Juan Wesley era persona de estatura ordinaria, pero de noble presencia. Sus rasgos eran muy apuestos, incluso en su ancianidad. Tenía una frente ancha, nariz aquilina, ojos claros y una complexión lozana. Sus modales eran corteses, y cuando estaba en compañía de gentes cristianas se mostraba relajado. Los rasgos más destacados de su carácter eran su amor persistente y laborioso por las almas de los hombres, la firmeza, y la tranquilidad de espíritu. Incluso en controversias doctrinales exhibía la mayor calma. Era amable y muy generoso.

Ya se ha mencionado su gran laboriosidad. Se calcula que en los últimos cincuenta y dos años de su vida predicó más de cuarenta mil sermones. Wesley trajo a pecadores al arrepentimiento en tres reinos y dos hemisferios. Fue obispo de una diócesis sin comparación con ninguna de la Iglesia Oriental u Occidental. ¿Qué hay en el ámbito de los esfuerzos cristianos -misiones foráneas, misiones interiores, tratados y literatura cristiana, predicación de campo, predicación itinerante, estudios bíblicos y lo que sea que no filera intentado por Juan Wesley, que no fuera abarcado por su poderosa mente mediante la ayuda de su Divino Conductor?

A él le fue concedido avivar la Iglesia de Inglaterra cuando había perdido de vista a Cristo el Redentor, llevándola a una renovada vida cristiana. Al predicar la justificación y renovación del alma por medio de la fe en Cristo, levantó a muchos de las clases más humildes de la nación inglesa desde su enorme ignorancia y malos hábitos, transformándolos en cristianos fervorosos y fieles. Sus infatigables esfuerzos se hicieron sentir no sólo en Inglaterra, sino también en América y en la Europa continental. No sólo se deben al Metodismo casi todo el celo existente en Inglaterra por la verdad y vida cristiana, sino que la actividad agitada en otras partes de la Europa Protestante podemos remontarla, indirectamente al menos, a Wesley.

Murió en 1791, después de una larga vida de incesantes labores y de desprendido servicio. Su ferviente espíritu y cordial hermandad siguen sobreviviendo.

Juan Calvino, -cuyo nombre original era Jean Cauvin, latinizado según la costumbre de la época como Calvinus- nació en Noyon, Francia, el 10 de Julio de 1509. Sus padres fueron Jeanne Le Franc y el abogado Gerard Cavin.

Inicios

Sus primeros estudios estuvieron destinados a la carrera eclesiástica. Así es que recibió formación inicial en el College de la Marche y en el College de Montaigne. A instancias de su padre que pretendía que Juan Calvino siguiera el camino de las leyes, se enroló en las universidades de Orleáns y Bourgues (1).

Durante su paso por los claustros universitarios tomó contacto con las ideas humanistas y reformadas.
En abril de 1532, cuando Calvino contaba con 22 años de edad, publicó un comentario sobre el “De Clementia” de Séneca, trabajo que puso en evidencia sus dotes como pensador.

En 1535 tuvo una experiencia personal que marcaría su destino. Había comprendido el Plan de Salvación y se acogió a él.
Para ese tiempo, había entablado amistad con Nicolás Cop, quien acababa de ser elegido rector de la Universidad de París. Cuando Cop hizo pública su adhesión a las ideas de Martín Lutero, ambos, Cop y Calvino, se vieron obligados a huir de la ciudad.
Juan Calvino ya dominaba el latín y el griego, y estaba avanzado en el aprendizaje del idioma hebreo.
Centró sus estudios de acuerdo a un enfoque bibliocéntrico, tomando a las Escrituras como principio rector de todas las actividades del hombre. Partiendo de esta concepción profundizó en el análisis bíblico y de cuestiones sociales.
Inició su tarea evangelizadora a través de varias ciudades de Europa, en parte motivado por sus ideas misioneras, pero también debido a la implacable persecución por parte del clero católico que no le permitía afincarse en un lugar. Mientras tanto iba escribiendo sus pensamientos y descubrimientos teológicos.

Christianae Religious Institutio

En 1536 publicó la primera edición de Christianae Religious Institutio (Institución de la Religión Cristiana - lectura aconsejada) en donde plasmó los aspectos fundamentales de su visión. Este trabajo, corregido y ampliado por el mismo Calvino, se distribuyó a lo largo y a lo ancho de todo el continente europeo, llegando incluso a España en una versión traducida por Casiodoro de Reina (ver)
Con respecto a este trabajo, el teólogo y comentarista John Mackay señala: “Es un sistema de teología cristiana, tomando en cuenta solo las Escrituras como suprema autoridad, y al Espíritu Santo como guía en la interpretación de la verdad cristiana, en vez de la autoridad de la Iglesia de su tiempo; sin dejar de respetar por esto, las opiniones de los grandes padres de la Iglesia.”

Ginebra y Estrasburgo

Ese mismo año, Calvino visitó Ginebra, de camino a la ciudad de Estrasburgo. Guillermo Farel, líder del la Reforma local lo invitó a participar en el movimiento protestante de la ciudad.
Durante este tiempo trabajó incansablemente contribuyendo a la expansión de la Reforma en la región. En 1538, la derrota de Farel obligó a ambos a mudarse de Ginebra.
Calvino partió rumbo a Estrasburgo donde continuaría su labor evangelizadora y se casaría con Idelette de Bure, una dama viuda con la que tendría un hijo.
Fue en Estrasburgo que Calvino habría de publicar el primero de sus numerosos libros de comentarios sobre la Biblia.

Consolidación en Ginebra

En 1542 regresó a Ginebra por pedido de los cristianos reformados de la ciudad. Fue aquí donde se establecería definitivamente y desarrollaría la plenitud de su pensamiento.
Aunque recibió casa y un sueldo estatal, llevó una vida austera y no tuvo ningún nombramiento oficial.
En 1559, luego de diecisiete años de residencia, se hizo ciudadano de Ginebra.
Mientras vivió allí tuvo importante injerencia en la vida comunitaria de la ciudad, no solo en cuestiones estrictamente religiosas, sino en todo asunto secular que tuviera que ver con las ideas de Calvino sobre un mejor estilo de vida, tal cual se desprendía de su propia perspectiva teológica.

Aportó el borrador para diversas ordenanzas de orden público e incluso muchas de sus ideas se incorporaron a la Constitución ginebrina.
Mostró interés particular por la educación popular apoyando el acceso gratuito para todos los niños. Impulsó la creación de niveles secundarios e incluso llegó a inaugurar una academia de nivel superior de la que Theodore Beza fue su primer rector, y que más tarde se transformaría en una universidad.

Promovió la creación de hospitales, orfanatos, refugios para pobres y enfermos, además de diversas obras públicas para mejorar las condiciones de vida del ciudadano de Ginebra, como alcantarillados y otras.
Participó en el diseño de medidas de gobierno que favorecían el desarrollo de actividades industriales y promovió la difusión de la lengua francesa y la alfabetización masiva. A través de su influencia sobre los consistorios favoreció medidas moralizadoras.

En lo que respecta a su actividad religiosa, promovió con pasión y firmeza las ideas de la Reforma. Publicó gran cantidad de trabajos sobre Teología, compuso himnos e impulsó a otros laicos a hacer lo mismo. Entre otros himnólogos impulsados por Calvino se destacó Luis Bourgeois.

Sus problemas de salud

Juan Calvino nunca gozó de buena salud. Sufría de una enfermedad pulmonar obstructiva crónica que le provocaba frecuentes recaídas con catarros severos y crisis de disnea.
El célebre teólogo y comentarista bíblico Samuel Vila dijo al respecto:
“En su caso, como en el de infinidad de fieles hijos de Dios, las cadenas y las llamas fueron sustituídos por enfermedades, disgustos, contrariedades y penalidades diversas; pero eran y son parte de la misma prueba de fe. La fe de Calvino era muy fuerte; por consiguiente quiso el Señor hacerle un ejemplo a millares que tendrían que honrar a Dios sufriendo pruebas y ser espectáculo aleccionador a los hombres y a los ángeles, de su entera confianza, amor y sumisión al Padre celestial.”

En cuanto a algunos aspectos que tienen que ver con su carácter, la figura de Calvino ha sido objeto de infinidad de descalificativos que lo hacen ver como intolerante y despiadado.
Sin embargo, estas apreciaciones que surgen de la opinión de sus enemigos y detractores, no son congruentes con la documentación existente. Además de las pruebas testimoniales, Calvino dejó cerca de cuatro mil cartas a través de las cuales es posible acceder a su pensamiento más íntimo. En ellas se ve a un hombre sensible y compasivo, comprometido con el necesitado, físico o espiritual, presto a la palabra de ánimo y la exhortación (Richard Stauffer “The Humannes of John Calvin”). (2)

El caso Servet

La mayoría de las alusiones bibliográficas sobre el caso, presentan a Juan Calvino como el responsable de instigar e incluso ordenar la ejecución en la hoguera del médico español Miguel Servet, en 1553. Este hecho ha sido levantado por los detractores del Calvinismo como un símbolo de su intolerancia.
Al respecto, el historiador Daniel Pisoni, realizó una profunda investigación que concluye en una versión de los hechos absolutamente diferente (ver Anotaciones sobre la hoguera de Champel ).
Si bien Miguel Servet sostenía, desde el punto de vista de Calvino, una doctrina de herética y definitivamente anticristiana, no fue él quien ordenó la muerte de Servet, antes bien abogó por cierta clemencia (2).

Visión teológica

Su concepción teológica es absolutamente bibliocéntrica. Para Calvino, todo asunto, ya sea de naturaleza teológica o social, puede ser analizado y explicado a partir de las Escrituras.
En Christianae Religious Institutio, la obra maestra de Calvino y que por lo menos revisó cinco veces entre 1536 y 1559, se propuso la articulación de la teología bíblica de una manera razonable, siguiendo los artículos del credo apostólico. Los cuatro libros de la edición definitiva (1559) se centran en los artículos "Padre", "Hijo", "Espíritu Santo", e "Iglesia". (4 ) - La página del Conocimiento-

Sobre el Padre
El conocimiento de Dios está relacionado con la conciencia de uno mismo. En el mundo y en la conciencia humana se manifiestan las demandas espirituales. Dios creó el mundo y lo hizo bueno. Pero desde la caída original la humanidad, por sus propios poderes sólo ha podido comprender a Dios de modo excepcional e imperfecto. Por sí solos, los seres humanos nunca pueden alcanzar una auténtica vida religiosa basada en el conocimiento de Dios. Sin embargo, por la gracia de Dios, transmitida por Jesucristo, como se dice en la Biblia, el Creador resolvió este destructivo dilema y permitió a la humanidad obtener una clara visión de la revelación. Estas personas que aprenden la verdad sobre la depravación humana —que incluso las mejores acciones están corrompidas y ninguna es pura— pueden arrepentirse y confiar su salvación en Dios Padre.

Sobre el Hijo
El pecado humano, heredado desde Adán y Eva, produce en cada persona una "fábrica de ídolos". Todos los individuos merecen destrucción, pero Jesucristo ejerció como profeta, sacerdote y rey para llamar a los elegidos a la vida eterna con Dios. Cristo convoca a los elegidos a una nueva vida, intercediendo por ellos en su expiación, y se halla a la diestra de Dios. Calvino hizo grandes esfuerzos para poner de manifiesto la continuidad de sus doctrinas con la ortodoxia cristiana como aparece expresada en los credos de Nicea y Caledonia.

Sobre el Espíritu
El Espíritu Santo de Dios, la tercera persona de la Trinidad, concede poder a los escritos y a la lectura de la Escritura, a la vida devocional de los creyentes, y al desarrollo cristiano en Cristo (santificación). También permite la confianza en que la resurrección de Dios de los muertos traerá a los salvados a la perfección a la presencia de Dios. Toda seguridad de elección a la gracia es dada por el Espíritu, e incluso la condenación de los réprobos según la justicia de Dios se rige por el poder del Espíritu.

Sobre la Iglesia
La Iglesia de Dios y los sacramentos son también otorgados por la gracia divina para edificación moral de los elegidos y el bien del mundo. La Iglesia, una a través del tiempo, puede ser conocida por la oración, por escuchar la Palabra de Dios y por la administración de los sacramentos. Aunque la verdadera Iglesia sea conocida sólo por Dios, la Iglesia visible está por completo relacionada con Él en la Tierra. Dignatarios y jefes de la Iglesia serían aquellos individuos que intentan con rigor mantenerse en la disciplina cristiana, aunque su autoridad no puede depender de su rectitud. Los cargos deben ser aquellos designados en el Nuevo Testamento.

Doctrina de la Predestinación
Una de los aspectos fundamentales de su visión teológica fue su propuesta de la doctrina de la predestinación.
Al igual que Lutero, Calvino sostenía que el hombre podía acceder a la Gracia a través de la Fe, pero que Dios ya había elegido a quienes habían de ser salvos desde ates de la fundación del mundo.
Lutero y Bucer habían debilitado la creencia en la predestinación fundándola en la presciencia divina: Dios conoce el porvenir y sabe lo que ocurrirá a cada individuo; en consecuencia presciencia y predestinación coinciden. Pero así parece que se establece un vínculo de causa a efecto entre presciencia y predestinación. Parece que Dios esté obligado a hacer lo que ha previsto; en consecuencia, no es exactamente Todopoderoso. Ello es intolerable para un amor ardiente y delicado. “Para Calvino, Dios es libre y lo que él prevé no se confunde con lo que desea de toda eternidad” (Roland Mousnier). La gracia es irresistible y el hombre no la puede repeler; se manifiesta en la vida del elegido por el gusto hacia la doctrina y las obras de fe. (2)
Calvino redujo los sacramentos a solo dos: el bautismo y la comunión (Santa Cena), la cual solo aceptó en un sentido conmemorativo, y suprimió todos los ritos del culto, el crucifijo, el altar y las jerarquías sacerdotales. Los lugares destinados al culto fueron desprovistos de adornos y todo tipo de imágenes.
Instituyó un clero laico y democrático. Los líderes constituidos se denominaron ministros y pastores, ancianos y diáconos. Los primeros tenían incumbencia en asuntos estrictamente profesionales mientras que los segundo se encargaban de los asuntos materiales y costumbristas.

Legado

Su legado llega hasta nuestros días en forma directa a través de sus sermones, libros y cartas; e indirectamente a través de los miles de reformadores y cultores del cristianismo reformado que asimilaron sus ideas a lo largo de casi cinco siglos.
Sus herederos espirituales directos han constituido la Iglesia Presbiteriana, pero no existe denominación protestante que no haya recibido la influencia del pensamiento y obra del gran reformador francés.
Su legado ha trascendido lo religioso y su aporte, sumado al de otros padres de la Reforma, ha contribuido de manera decisiva a la idiosincrasia de gran parte de la civilización occidental, consolidándose en los países protestantes de Europa y luego extendiéndose hacia Estados Unidos, Australia y por todo lugar adonde haya prendido la semilla del Evangelio.

Juan Calvino, uno de los héroes de la Reforma y quizás el mayor exponente de la Teología protestante de la historia, entregó su alma al Señor el 27 de Mayo de 1564 en la ciudad de Ginebra, donde fue sepultado.


(Fuente: spurgeon.ya.st)
Sin manipulación de llamadas al altar, sin utilizar métodos sensasionalistas o emocionales, Spurgeon confiaba solo en Dios para convencer a los pecadores, como él mismo dijo: No vengo a este púlpito esperando que quizás alguno por su propia voluntad quiera volverse a Cristo. Mi esperanza está puesta en otra cosa, espero que mi Maestro traerá algunos de ellos y dirá, eres mío, y serás mío, te reclamo para mí. Mi esperanza surge del ofrecimiento de la Gracia que se ofrece gratuitamente, y no de la libre voluntad del hombre.

Charles Haddon Spurgeon, nació en Kelvedon, Essex, Inglaterra el 19 de Junio de 1834.
Tanto su padre como su abuelo fueron pastores, fue criado en un hogar Cristiano, pero fue en Enero de 1850 que se convirtió.
Spurgeon predicó su primer sermón en Agosto de ese mismo año. Spurgeon leyó El Progreso del Peregrino a la edad de seis años y parece que luego lo leyó unas 100 veces.
Antes de sus 20 años había predicado cerca de 600 veces. Spurgeon típicamente leía 6 libros por semana, y podía recordar lo que había leído y la fuente aún años después.

Es interesante notar que a pesar de que Spurgeon fue un eminente pastor Bautista durante todo su ministerio, Spurgeon encontró a Cristo en una Iglesia Metodista Primitiva.

Cuando adolescente Spurgeon dudaba de Dios y una mañana de Domingo se levantó para ir a su iglesia, pero debido a una tormenta de nieve no pudo llegar a la Iglesia a la cual se dirigía y llegó a esta pequeña Iglesia Metodista.
El pastor de la iglesia no llegó al servicio porque estaba enfermo. Entonces uno de los feligreses laicos fue al púlpito y empezó a predicar. Predicó sobre Isaías 45:22,
Mirad á mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra: porque yo soy Dios, y no hay más. y luego según las palabras de Spurgeon El me miró bajo la galería, y me atrevo a decir que siendo pocos los presentes, sabía que yo era un extraño. Fijando sus ojos en mí, como si conociera mi corazón, el dijo, - joven, pareces miserable. Y siempre serás miserable en la vida, y miserable en la muerte. Si no obedeces el texto; pero si lo obedeces ahora, en este momento serás salvo. Joven mira a Cristo Jesús, ¡míralo!, ¡míralo!, ¡míralo! No tienes otra cosa qué hacer sino mirarlo y vivir -.
Spurgeon dijo, Así como con la serpiente de bronce que fue levantada, la gente miraba y era sanada, así fue conmigo

Tomó poco tiempo para ver el fruto de su Salvación. Spurgeon comenzó a trabajar para el Señor con mucho celo. Empezó a repartir tratados y después empezó a testificar a la gente acerca de Jesús. Luego empezó a enseñar en la Escuela Dominical.
Predicó su primer sermón cuando tenía solo 16 años, y la gente se admiraba de que un adolescente predicara con tanto poder la Palabra de Dios.

Cuando tenía 17 años, se convirtió en pastor de una pequeña iglesia en el pueblito llamado Waterbeach. Luego cuando tenía 19, llegó a ser pastor de la Capilla de New Park Street, Southwark, Londres.
Llegó allí como aspirante en calidad de prueba por tres meses y estuvo allí por el resto de su vida.
Londres fue bendecido por sus predicaciones y la gente comenzó a venir de todas partes y muy pronto Spurgeon llegó a ser el pastor del Tabernáculo Metropolitano.
En un año 200.000 copias de sus tratados-sermones se distribuían en las universidades de Oxford y Cambridge. Sus sermones se tradujeron a veinte idiomas. Los periódicos americanos imprimían sus sermones cada semana y le llamaban el predicador de la era. A través del tiempo Spurgeon publicó 3.561 sermones.

El púlpito de la iglesia de New Park Street y del Tabernáculo Metropolitano donde predicó Spurgeon, coleccionaron sus sermones durante su ministerio que llenaron 63 volúmenes.
Los sermones contienen de 20 a 25 millones de palabras lo cual equivale a 27 volúmenes de la novena edición de la Enciclopedia Británica.
Las series de Spurgeon se mantiene como el más grande conjunto de libros escritos por un solo autor en la historia del Cristianismo.
La biblioteca pesonal de Spurgeon contenía 12.000 volúmenes. Spurgeon miraba su trabajo como ministro como un reformador porque trabajajaba tratando de hacer que la gente volviera a las antiguas verdades de las cuales se habían apartado.

A pesar de que los pastores protestantes eran evangélicos, eran pobres en doctrina. La meta de Spurgeon estaba en enderezar a la iglesia con doctrina fuerte. Spurgeon dijo, Mi labor diaria es revivir las viejas doctrinas de Gill, Owen, Calvino, Agustín y Cristo.
La teología de Spurgeon estaba centrada en Dios, centrada en Cristo. Su amor por el Señor se manifestaba en sus predicaciones, tenía un gran amor por las almas del mundo.
Los Cristianos se alimentaban y los pecadores necesitados eran confortados bajo su ministerio, pero sobre todo los pecadores eran llamados a venir a Cristo.

En uno de sus primeros sermones el terminó diciendo lo siguiente: El que creyere y fuere bautizado será salvo, mas el que no creyere será condenado, pecador fatigado, pecador rumbo al infierno, aquellos que están bajo el yugo del diablo, reprobados, rameras, ladrones, adúlteros, fornicarios, borrachos, blasfemos! Hablo a ustedes como a todos. No hago excepción de hombres. Dios no ha hecho excepciones aquí. Todo el que crea en el nombre de Jesucristo será salvo. El pecado no es barrera, la culpabilidad no es obstáculo. Todo aquel, aunque sea tan oscuro como Satán, y tan culpable como un demonio – todo aquel que esta noche crea, será perdonado de sus pecados, sus iniquidades serán borradas; será salvo en el Señor Jesucristo, y estará en el cielo salvo y seguro. Este es el glorioso evangelio. Dios te lleva al hogar y te da fe en Jesús

También dijo de una manera fuerte, Hay suficiente polvo en algunas de vuestras Biblias que podeis escribir con vuestros dedos sobre ella la palabra: condenación
Cuando Spurgeon llegó a la Iglesia de New Park Street en 1854, esta congregación que en años anteriores había tenido alrededor de 1200 miembros, tenía solo 232 miembros ahora, pero durante el ministerio de Spurgeon por 38 años el número se había incrementado a 5.311.
La iglesia era la congregación bautista independiente más grande del mundo.
Spurgeon llevó a sus servicios al Primer Ministro W.E. Gladstone, a miembros de la familia Real, miembros del Parlamento, etc.

Luego un santuario más grande se construyó y fue llamado el Tabernáculo Metropolitano. Durante la construcción del edificio, entró al salón y para probar la acústica repitió el versículo He aquí el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.
Estas palabras fueron escuchadas por un hombre que trabajaba en alguna parte del edificio.
Más tarde ese hombre vino a Spurgeon y le dijo que el versículo había tocado su corazón y por medio de esto había venido a Cristo. Una vez que se terminó el edificio, fue la congregación más grande en la historia que era alcanzada con la voz de un hombre en tiempos en los que no había micrófonos.

Lo siguiente es una porción de su primer sermón en el nuevo santuario en Marzo, 31 de 1861.
Que envíe Dios el fuego de Su Espíritu aquí, para que el ministro esté más y más apegado de su Maestro. Vendréis a pensar cada vez menos con respecto al que habla y más con respecto a la verdad que se expone... Veremos entonces que esta iglesia se convierte en dos..., tres, y cuatro mil fuertes iglesias. Tendremos el salón de lectura bajo esta plataforma lleno en cada reunión de oración, y veremos en este lugar jóvenes consagrándose al Señor, se levantarán ministros, se levantarán y llevarán este fuego a otras partes del planeta... Si Dios nos bendice, seremos de bendición para otras multitudes. Al enviar Dios su fuego, los pecadores más perdidos de este vecindario se convertirán a Dios, los borrachos dejarán sus copas, el blasfemo se arrepentirá de su blasfemia, el lascivo dejará su lujuria – Los huesos secos se levantarán y serán revestidos con frescura. Y corazones de piedra se volverán de carne...

Spurgeon dijo en otra ocasión, Supongamos que Dios trajera a los hombres a la Salvación por causa de los méritos de ellos. ¿Dónde estarías vosotros borrachos? ¿Qué harías vosotros maledicientes? Vosotros que habías sido impuros y sucios, y cuyos corazones habían rechazado a Dios, y que aun hoy no lo amais, qué harías? Pero cuando entendemos que es por pura Gracia, entonces toda la vida pasada, tan oscuura y maligna como haya sido, no puede retenerte para que no vengas a Jesús.
Tabernáculo Metropolitano.

Spurgeon era un hombre de oración, que vivía en su espíritu en comunión con Dios. Según el Doctor Wayland Hoyt un americano:
Yo estaba caminando con el (con Spurgeon) en el bosque, y cuando llegamos a cierto lugar simplemente dijo, venga arrodillémonos junto a esta cabaña y oremos, y así elevó su alma a Dios en la más reverente y amorosa oración que he oido.
Orar era tan natural para él como respirar.
También, según el Dr. Theodore Cuyler, mientras caminando por el bosque tuvieron un tiempo de humorismo, Spurgeon paró de repente y dijo, Venga Theodore, agradezcamos a Dios por la risa y allí mismo oró.

Siempre estoy inclinado a tomar la habitación más baja en la casa de mi Padre, cuando entre al Cielo, Spurgeon era un hombre muy humilde, a pesar de que miles de personas iban a escucharlo, nunca tomó la gloria para sí mismo, porque se veía a sí mismo como nada y daba toda la gloria a Dios. Spurgeon dijo: será para estar entre el más pequeño entre los pequeños de los santos, y con el más pecador de los pecadores

Por muchos años fue afectado por una agonía física severa pues sufría de gota, además su esposa fue semi-inválida toda la vida, sin embargo fue siempre su secretaria personal y fue la que continuó el trabajo de publicación de sus escritos aun después de la muerte de él.
Muchas veces estuvo con gran dolor mientras predicaba. El sabia lo que era sufrir, y su ministerio fue atacado por oponentes.

La siguiente es una carta que escribió a su hermano.
Mi Querido Hermano, fui llevado enfermo mientras trataba de predicar el Jueves y una horrible depresión y sensación de choque hizo mi que sintiera una gran miseria en mi predicación, me dieron medicina dos veces pero me sentía medio muerto. Podrías venir preparado con un sermón para el Domingo en la noche porque es posible que sea capaz de predicar? Mis dientes me ponen nervioso, mi hígado me molesta y mi corazón me da gran pesar. Espero llevar a cabo la Conferencia, pero ayer estaba muy lejos de lograrlo, es terrible. Deseo terminar el Reporte del Colegio, y se me acaba el tiempo ...
Con amor y de corazón, Tu agradecido hermano, Charles.

A pesar de estar enfermo, Spurgeon tomaba tiempo para escribir a un muchacho que nuncao conoció, y del cual solamente sabía por las oraciones de sus padres.
Durante sus últimos días estuvo parcialmente consciente, la Señora Spurgeon y los doctores sabían que pronto se iría. Cayó en completa inconciencia desde el 28 de Enero hasta la tarde del 31 de Enero de 1892, cuando entró por la puerta celestial para estar con su Padre a la edad de 58 años.

Los mensajes de Spurgeon eran completamente evangelísticos. En uno de sus sermones suplicaba a los pecadores:
Pecadores, confiad en Jesús; y si perecéis confiando en Jesús, yo pereceré con vosotros. Tendré mi cama en el infierno a la par de vosotros, pecadores, si fuera posible que perezcais habiendo confiado en Cristo, y allí estaréis, y me azotaréis por toda la eternidad por haberos hecho confiar en una falsedad. Esto haced si pereciéramos. Pero eso nunca podrá ser; aquellos que confían en Jesús, no perecerán, ni nadie los podrá arrebatar de su mano. Venid a Jesús, El no os rechazará jamás.

El @postol de los Iletrado$

Frank Charles Laubach (1884-1970) fue el principal pionero contemporáneo de los programas para la instrucción del adulto.
Mediante el fruto de sus esfuerzos como educador, comunicador y organizador, ayudó a millones de personas pobres alrededor del mundo para mejorar sus vidas con la instrucción.
Lowell Thomas lo llamó “el primer profesor de nuestras épocas.”


Enseñando a leer

Los misioneros que han traducido al Biblia tuvieron casi siempre otro trabajo que poca gente lo tiene en cuenta: enseñar a leer. En muchos casos, nadie ni siquiera había escrito nunca una palabra del idioma local, y entonces también hacían lo que se llama “reducirlo a la escritura”.

En 1929, el misionero norteamericano llamado Frank L. Laubach, llegó a una gran isla al sur de las Filipinas, llamada Mindanao, y se estableció en el pueblo de Landao, entre gente conocida como los moros, aunque no tienen nada que ver con los que vivían en España y en el norte de Africa.
Era gente bastante difícil de tratar porque eran musulmanes devotos, lo que hacía particularmente complicada la tarea evangelística.

Lo primero que tuvo que hacer fue, por supuesto, estudiar el idioma. Y lo hizo ayudado por un hombre que había sido absuelto de una condena a veinticinco años de cárcel por asesinato.
El idioma se llama maranao y nunca había sido escrito. Laubach se puso a hacerlo.
Algunos habían intentado algo con las letras que usan los árabes, pero resultaba muy difícil, porque en árabe cada letra puede escribirse hasta de cuatro maneras diferentes, según donde está colocada. Laubach decidió usar nuestro alfabeto occidental y hacer que cada letra representara un sonido, no como ocurre en el idioma inglés que, a veces, una letra se pronuncia de una forma y otras veces de otra. En seis semanas había conseguido, con la ayuda de un moro, unas mil trescientas palabras.

Entonces resolvió instalar una escuela para enseñar a leer.
La dirección de Dios se mostró maravillosamente. Un tabernero le permitió utilizar un edificio vacío, que había sido un salón de baile, y que estaba a su cuidado. De otro lugar, le escribieron una carta ofreciéndole por doscientos cincuenta una imprenta que valía tres mil y, cuando la llevaron al viejo edificio, temiendo que el piso se hundiera por el peso de la máquina, encontraron una plataforma de cemento armado exactamente del tamaño que precisaban. Cuando Laubach la vio dijo: “Hace veinte años, Dios puso esto aquí para nosotros”.

Cuando empezó a funcionar la imprenta, todos fueron a mirar. Así vieron aparecer el primer ejemplar de un diario que se llamaba “La Historia de Lanao” y que fue también lo primero que se imprimió en Maranao. Lo curioso era que no tenía lectores, porque nadie sabía leer. Como les daba mucho trabajo enseñar por métodos comunes, Laubach y su ayudante buscaron una forma mejor y encontraron un sistema que resultó ser magnífico.

Los moros aprendían a leer con una rapidez asombrosa, en parte porque son inteligentes pero, sobre todo por el método extraordinariamente bueno. Gente que no sabía ni una letra podía ller más o menos bien una página después de estudiar durante una hora. Una vez enseñaron a leer en media hora a diez hombres que estaban de paso y no podían quedarse más tiempo.
Laubach y sus ayudantes empezaron a enseñar por todas partes y el entusiasmo era enorme, tanto que la gente mantenía gran expectación mientras aguardaban que se imprimiera algo. El misionero decía que, posiblemente, su imprenta era la única del mundo de la que el público hubiera leído todo lo publicado.

A veces iban al interior, donde vivía gente poco amiga de los blancos y que siempre estaba empeñada en revoluciones. En una ocasión, uno de los rebeldes aprendió a leer en media hora y estaba tan agradecido que se ofreció a Laubach para matar a cualquiera que él quisiera. Por supuesto, el misionero no hizo uso de su ofrecimiento.
Una vez, un jefe de una aldea alejada fue a pedirle a Laubach que abriera una escuela en su pueblo. Laubach le explicó que no podían hacerlo por falta de dinero, pero en vez de eso, le propuso de enseñarle a leer a él, para que él mismo enseñara a su gente. El jefe estuvo de acuerdo, aprendió a leer y se fue orgulloso a enseñar a otros.

Llegó el momento en que la falta de dinero era tan grande que Laubach estuvo a punto de detener su trabajo. Cuando uno de los jefes se enteró, dijo al misionero: “Ésta campaña no va a detenerse por falta de dinero. Es la única esperanza de Lanao; si se interrumpe estamos perdidos. Todo el que aprenda a leer tiene que enseñar a otro. Si no lo hace, lo mataré”.

Estas palabras se hicieron famosas en todo el mundo. Laubach había estado pensando siempre en que la mitad del mundo no sabía leer, pero se daba cuenta que la tarea era demasiado grande para sus fuerzas. Encontró el secreto del éxito en lo que dijo el jefe maranao: “Todo el que aprenda tiene que enseñar a otro”.

En dos años aprendieron a leer más de mil quinientos moros maranaos y, cuando se enteraron de eso en otras partes de las Filipinas, invitaron a Laubach para que hiciera campañas parecidas. Después lo invitaron a la India, a muchos lugares de Africa, de Siria, de Turquía, Egipto, Etiopía, México, Brasil, Bolivia, y de otra partes del mundo.


En 1955, Laubach fundó la "Laubach Literacy", que se asociaría en 2002 con "Literacy Volunteers of America, Inc" para conformar la "ProLiteracy Worldwide".
Durante los últimos años de su vida viajó por todo el mundo enseñando sobre la importancia de la literatura y la paz entre los hombres. Escribió una gran cantidad de artículos y libros, tanto devocionales como temáticos literarios

Hoy día, más de ciento cincuenta millones de personas, que hablan más de cien idiomas distintos, han aprendido a leer con el método de Laubach. Y no es exagerado lo que dijo el mismo Laubach, de que este fue un suceso de los más importantes de la historia: Un mundo entero aprendiendo a leer.
Frank Laubach, también conocido como el “Apóstol a los Iletrados”

En el otoño del año 1898, John H. Nicholson (1859-1946) de Janesville, Wisconsin, vino al Central Hotel en Boscobel, Wisconsin, para pasar allí la noche.
El hotel estaba completo, así que le sugirieron que comparta un cuarto doble con Samuel E. Hill (1867-1936) de Beloit, Wisconsin.
Los dos hombres pronto descubrieron que ambos eran cristianos, y que John Nicholson, cuando era una muchachito de 12 años, le había prometido a su madre que moría, que leería la Palabra del Dios y oraría todos los días. Había sido su costumbre por muchos años leer la Biblia antes de dormirse en la noche.

Hospedados en el hotel, tenían la tarde libre para charlar e inclinar sus rodillas ante Dios en manera conjunta.
Así es que surgieron las primeras ideas de lo que más tarde se transformaría en una sociedad.

El 31 de mayo de 1899, organizaron en Beaver Dam, Wisconsin, un encuentro para reunir a comerciantes cristianos para conocerse, conversar sobre evangelismo personal, y el servicio unido para el Señor.
Decidieron convocar una reunión en Janesville, Wisconsin el 1 de julio de 1899, en el Y.M.C.A.


Solamente tres hombres estuvieron presentes en esa reunión: John H. Nicholson, Samuel E., Hill y Will J. Knights (1853-1940).
Se organizaron así: Hill como presidente, Knights como vice presidente, y Nicholson como secretario y tesorero.

Durante mucho tiempo pensaron en el nombre que debía dársele a la Asociación. Pidieron especialmente por esto. Después de realizar una oración, Knights se levantó de sus rodillas y dijo, “nos llamarán Gedeones.”

Leyó los sexto y séptimo capítulos de Jueces y demostró la razón de adoptar ese nombre.
Gedeón era un hombre que estaba dispuesto a hacer exactamente lo que Dios quisiera que él haga, sin importar su propio juicio en cuanto a los planes o los resultados.
La humildad, la fe, y la obediencia eran los grandes elementos de su carácter.

Este sería el estándar que la Asociación de Gedeones intentaría establecer en cada uno de sus miembros. Todo “gedeón” debería estar dispuesto para hacer la voluntad de Dios en cualquier momento, en cualquier lugar, y en cualquier manera que el Espíritu Santo conduzca.

Debido al hecho que los gedeones era hombres que viajaban casi todo el año, se presentó la necesidad de poder ser testigos más eficaces en los hoteles en donde pasaban gran parte de su tiempo.
Una sugerencia fue que se coloque una Biblia en el escritorio de la recepción de cada hotel, de modo que los huéspedes pudieran, previo registro, pedirla prestada si deseaban.
Mediante este mecanismo, podían ser testigos silenciosos del funcionamiento del programa en los restantes hoteles aún cuando ellos estuviesen en otra parte.

El asunto del “avance de las actividades”, como fue llamado, fue cuidadosamente considerado en la reunión de gabinete realizada en Chicago, el 19 de Octubre de 1907. Un administrador fue quien sugirió que los Gedeones equipe una Biblia para cada dormitorio de los hoteles en los Estados Unidos.
Él comentó, “en mi opinión, ésta no sólo estimularía el espíritu de cuerpo en cada miembro, además sería un acto de Gracia, enteramente en armonía con la misión divina de la asociación de Gedeones.”
Este plan fue adoptado por la convención en Louisville, Kentucky, en 1908.

Es interesante observar que la práctica de las iglesias de contribuir al Programa de Escrituras Gedeón se originó como iniciativa de un pastor.
Apenas dos meses después de la convención 1908 de Louisville, una convención del estado se reunió en Cedar Rapids, Iowa.
El Secretario Nacional Frank Garlick y el Sr. A.B.T. Moore se encontraron en una reunión de la “Ministerial Union”, y después de su programa preguntaron si el hermano Garlick podría dirigirse a los ministros acerca del trabajo de la asociación de Gedeones.
Garlick habló de la necesidad de distribuir la Biblia. Faltando 10 minutos para el cierre de la convención, propio pastor del Sr. Moore, Dr. E.R. Burkhalter, de la Primera Iglesia Presbiteriana, se presentó y habló al auditorio: “… Que las Biblias de los Gedeones se coloquen en todos los hoteles y locales y ésta la Unión sea responsable de los fondos.”

La propuesta fue aprobada unánimemente y designaron a un comité para repartir el costo a las iglesias, según las posibilidades de cada una de ellas.

Asi fue que la idea de los Gedeones se transformó en un amplio brazo para la actividad de la Iglesia. Y ésta fue el soporte inicial e impulso para la proyección de la visión hacia todo Estados Unidos y el resto del mundo.

En la actualidad, la Asociación Gedeones Internacionales extiende su presencia por todo el planeta, a través de la distribución de Biblias y Nuevos Testamentos editados en casi todos los idiomas.

“El sembrador es el que siembra la palabra” (Marcos 4:14)

Leonhard Euler, es considerado como el científico más importante de la historia de Suiza. Algunos lo ubican como el más grande de todos los tiempos. Lo cierto es que junto a Gauss, Arquímedes, Newton y Kepler, entre otros pocos, integra la pléyade de los colosos matemáticos de la historia.

Nació en Basilea el 15 de Abril de 1707. Fue hijo del pastor Paul Euler y de Margaret Brucker, hija de otro ministro protestante.
Cuando tenía un año de edad, sus padres se mudaron a Riechen, una aldea próxima a Basilea. A los seis años de edad, fue enviado de regreso a Basilea, donde comenzó a estudiar, mientras vivía con su abuela materna.
Su padre, Paul Euler, era un destacado matemático, discípulo de Jacob Bernoulli, un ilustre científico conocido, además de su obra, por haber creado la tradición en su familia, de estudiar matemáticas. Los Bernoulli, habían sido una de las muchas familias protestantes que habían huido de Amberes en 1583 para escapar de la persecución que los católicos habían emprendido contra los hugonotes.
Paul Euler, padre de Leonard, deseaba que su hijo siguiera la carrera ministerial. Sin embargo, el talento y la atracción por las matemáticas, pronto se hicieron notar. Paul decidió que lo mejor sería que Leonard Euler siguiera el camino de las ciencias.
Así y todo, los primeros estudios de Euler, se dieron en el campo de la Teología. Cuando tenía 14 años ingresó a la Universidad de Basilea donde comenzó sus estudios de Teología y Hebreo, entre otras materias.

San Petesburgo – Primera parte

Luego de graduarse y completar su tesis magistral, intentó conseguir un puesto como profesor en la Universidad de Basilea, anhelo que no pudo concretar debido a ausencia de vacantes.
Pero su inicial desazón cambió en esperanza cuando en 1727 recibió una invitación de la emperatriz Catalina I, para trabajar en la Academia de Ciencias de San Petesburgo, en Rusia. Esta, que fue la primera institución científica de Rusia, había sido fundada en 1725 a instancias del antecesor de Catalina, Pedro, quien impulsaba la modernización del país. Allí se encontraría con sus amigos Nicolás Bernoulli y su hermano Daniel Bernoulli.
En 1733 Nicolás falleció y su hermano regresó a Suiza. Euler, con solo veintiséis años pasó a ser el principal matemático de la Academia.
En Enero de 1734, Leonhard Euler contrajo matrimonio con Katherina Gsell, hija de un pintor suizo, con quien llegaría a tener trece hijos.
En 1738, en tiempos en que trabajaba en la confección de un mapa geográfico de Rusia, perdió la visión de uno de sus ojos. Algunos lo atribuyen a un experimento sobre óptica que estaba realizando, aunque es muy probable que haya sido por una afección de cataratas, por la que luego fuera operado, y que finalmente terminaría con la visión de su otro ojo.

Berlín

En 1741 fue invitado por Federico el Grande de Prusia para integrar la Academia de Berlín. Allí estaría trabajando durante sus próximos veinticinco años.
Sin embargo, los lazos amistosos que había establecido con los rusos permanecerían intactos. Durante todo ese tiempo recibió una pensión de Rusia, la que era incluso más elevada que una regular. Entretanto, Euler continuó enviando numerosos artículos a la Academia de San Petesburgo.
Cuando en 1760, el ejército ruso invadió Alemania y saqueó una granja propiedad de Euler, el hecho fue prontamente notorio. De inmediato, apenas se supo, el gobierno de Rusia, se empeñó en reparar el daño y le obsequió cuatro mil florines.
Durante su estancia en Berlín escribió una importante cantidad de cartas con lecciones sobre filosofía natural, para la princesa Anhalt Dessay, mediante las cuales Euler demostró sus dotes como pedagogo.

San Petesburgo – Segunda Parte

En 1766, Leonhard Euler regresó a Rusia. En San Petesburgo era admirado y requerido. Por otra parte, en Berlín, no fueron todas rosas. Federico no tenía la misma simpatía por los matemáticos que por los filósofos, a quienes prefería. Entre éstos se destacó Voltaire quien fue de gran estorbo para Euler.
Se cuenta que Voltaire disfrutaba en acosar a Euler en presencia de Federico, el monarca prusiano. Solía molestarlo con razonamientos metafísicos, retórica e intrigas con las que procuraba ponerlo en ridículo.
Para el tiempo en que regresó a Rusia, la afección que atacaba el único ojo funcional que le quedaba avanzó velozmente. Euler entonces comenzó una rápida adaptación a la ceguera.
Lejos de interrumpir sus trabajos o menguar en intensidad, continuó incluso a un ritmo mayor. -“Ahora tengo menos distracciones”- habría dicho, según citan algunas fuentes históricas.
La mayor parte de su obra sería volcada al papel a través de la pluma de sus hijos, a quien Euler dictaba.

Intimidad y carácter

La temprana formación religiosa de Leonhard influyó toda su vida y nunca se apartó de su inmensa fe calvinista. Apegado a sus afectos, supo conciliar el intenso trabajo con una cálida vida familiar. Tristemente frecuente para su época, no le faltó la desgracia de ver morir a varios de sus hijos.
De inteligencia sobresaliente y ampliamente reconocido, nunca mostró envanecimiento. Hombre pocas palabras, de ánimo apacible, moderado y sencillo.
En los últimos años de su carrera, su vida devocional se hizo más intensa. Solía orar en familia e incluso platicar sobre asuntos de interés espiritual que constituían auténticos sermones.
Uno de sus discípulos, Nicolas Fuss escribió: “Su piedad era racional y sincera; su devoción ferviente.” (Eulogy of Leonhard Euler)

Muerte

El 18 de Septiembre de 1783, Euler, de 76 años, tuvo un día típico. Dio lecciones sobre matemática a uno de sus nietos, se divirtió calculando las leyes físicas que incidían en el ascenso de los recientemente inventados globos aerostáticos y cenó.
Mas tarde, discutieron sobre el reciente descubrimiento de Urano, el “planeta de Herschel”, y Euler esbozó su órbita en una pizarra.
Cuando concluyeron y mientras jugaba con uno de los niños y tomaba una taza de te, antes de ir a descansar, percibió un súbito malestar. Una hora antes de la medianoche, y en ese mismo lugar, la vida de Euler se apagó.

Obra y legado

“Leed a Euler, leed a Euler; él es el maestro de todos nosotros” – Pierre Simón Laplace, matemático francés, 1749-1827.

A lo largo de su vida publicó más de 500 libros y artículos. Una lista bibliográfica de las obras conocidas de Euler, incluídas las póstumas, contiene 886 trabajos, un número jamás superado por otro matemático.
Sus trabajos abarcan casi todas las ramas de la matemática. Euler se destacó sobre todo en el análisis y su labor tuvo una orientación fundamentalmente algorítmica. Llegaba a la construcción de la teoría general a partir de problemas concretos, los cuales tenían importancia práctica. Aproximadamente el 40% de sus trabajos están dedicados a la matemática aplicada, la física, la mecánica, la hidromecánica, la teoría de la elasticidad, la balística, la construcción naval, la teoría de máquinas, la óptica y otras. Los rasgos algorítmicos son propios aún de sus trabajos de apariencia puramente teórica. Particularmente esto se advierte en los trabajos sobre análisis infinitesimal, el cual en esencia se construye como el aparato matemático de la mecánica clásica y la física. (Planeta Sedna)

Euler, aunque principalmente era matemático, realizó también aportaciones a la astronomía y la acústica.
En álgebra, trigonometría y análisis nos encontramos a cada momento con los símbolos y terminología propuestos por Euler. El uso de la letras minúsculas a, b y c, para los lados de un triángulo, y de las mayúsculas A, B y C, para los ángulos respectivamente opuestos a ellos, proviene de Euler. La notación lx para el logaritmo de x, el uso de la Σ (sigma) para la suma y f(x) para una función de x, son otras de las notaciones usadas en la actualidad.

Otros trabajos y contribuciones trascendentes –disponible en Wikipedia-:
- El número "e" como límite de una sucesión y cuya propiedad más importante es la de su derivada equivalente.
- Unió los símbolos matemáticos más trascendentes ( e, pi, i, -1) en forma de una ecuación, conocida como la Fórmula de Euler.
- En relación con lo anterior sentó las bases del análisis matemático avanzado al generalizar su fórmula para que conectase las funciones exponenciales y las trigonométricas. Con ello también desarrolló el cálculo complejo.
- Euler ya empleaba las series de Fourier antes de que el mismo Fourier las descubriera y las ecuaciones de Lagrange del cálculo variacional, las Ecuaciones de Euler-Lagrange.
- Mecánica de Newton: En su tratado de 1739 introdujo explícitamente el concepto de partícula y de masa puntual. Introdujo la notación vectorial para representar la velocidad y la aceleración, que definiría todo el estudio de la Mecánica hasta Lagrange.
- Sólido Rígido: Definió los tres ángulos de Euler para describir la posición. Publicó el teorema principal del movimiento (siempre existe un eje de rotación instantáneo). Solución del movimiento libre (consiguió despejar los ángulos en función del tiempo).
- Hidrodinámica: Estudió el flujo de un fluido ideal incompresible, detallando las Ecuaciones de Euler de la Hidrodinámica.
- Arquitectura e Ingeniería: Desarrolló la ley que lleva su nombre sobre el pandeo de vigas y generó una nueva rama de ingeniería con sus trabajos sobre la carga crítica de las columnas.
- Ecuaciones diferenciales: Se llama método de Euler al método numérico consistente en ir incrementando paso a paso la variable independiente y hallando la siguiente imagen con la derivada.
- Electromagnetismo: Adelantándose más de cien años a Maxwell previó el fenómeno de la Presión de Radiación, fundamental en la teoría unificada del Electromagnetismo. En los cientos de trabajos de Euler se encuentran referencias a problemas y cuestiones tremendamente avanzadas para su tiempo, que no estaban al alcance de la ciencia de su época.
- Publicó trabajos sobre el movimiento de la luna.
- Problema de los puentes de Königsberg. Demostró que un esquema de dichos puentes no podía recorrerse. Este problema pudo haber sido la primera aplicación en teoría de grafos o en topología, (con el desarrollo del problema de los puentes de Königsberg por Euler se da inicio a la topología).
- Geometría: Desarrolló lo que se llama característica de Euler o teorema de poliedros de Euler. Básicamente es buscar una relación entre número de caras, aristas y vértices en los poliedros. Utilizó esta idea para demostrar que no existían más poliedros regulares que los conocidos hasta entonces. Dentro del campo de la geometría analítica descubrió además que tres de los puntos notables de un triángulo (baricentro, ortocentro y circuncentro) podían obedecer a una misma ecuación, es decir, a una misma recta. A la recta que contiene el baricentro, ortocentro y circuncentro se le denominó "Recta de Euler" en honor a este.
- Series infinitas: Logró hallar en 1736 la suma de los recíprocos de los cuadrados, buscada por grandes matemáticos como Jacqes Bernoulli (hijo de Jean Bernoulli), y logró calcular la suma de los recíprocos de las cuartas y sextas potencias.
- Escribió además Introductio in Analysis Infinitorum (1748), Institutiones Calculi Differentialis (1755) e Institutiones Calculi Integralis (1768-1794) entre otros tratados no menos importantes

Por amor a la verdad y en el afán de sacarla a luz, se discutirán en Wittenberg las siguientes proposiciones bajo la presidencia del R. P. Martín Lutero, Maestro en Artes y en Sagrada Escritura y Profesor Ordinario de esta última disciplina en esa localidad. Por tal razón, ruega que los que no puedan estar presentes y debatir oralmente con nosotros, lo hagan, aunque ausentes, por escrito. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

1- Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo: "Haced penitencia...", ha querido que toda la vida de los creyentes fuera penitencia.
2- Este término no puede entenderse en el sentido de la penitencia sacramental (es decir, de aquella relacionada con la confesión y satisfacción) que se celebra por el ministerio de los sacerdotes.
3- Sin embargo, el vocablo no apunta solamente a una penitencia interior; antes bien, una penitencia interna es nula si no obra exteriormente diversas mortificaciones de la carne.
4- En consecuencia, subsiste la pena mientras perdura el odio al propio yo (es decir, la verdadera penitencia interior), lo que significa que ella continúa hasta la entrada en el reino de los cielos.
5- El Papa no quiere ni puede remitir culpa alguna, salvo aquella que él ha impuesto, sea por su arbitrio, sea por conformidad a los cánones.
6- El Papa no puede remitir culpa alguna, sino declarando y testimoniando que ha sido remitida por Dios, o remitiéndola con certeza en los casos que se ha reservado. Si éstos fuesen menospreciados, la culpa subsistirá íntegramente.
7- De ningún modo Dios remite la culpa a nadie, sin que al mismo tiempo lo humille y lo someta en todas las cosas al sacerdote, su vicario.
8- Los cánones penitenciales han sido impuestos únicamente a los vivientes y nada debe ser impuesto a los moribundos basándose en los cánones.
9- Por ello, el Espíritu Santo nos beneficia en la persona del Papa, quien en sus decretos siempre hace una excepción en caso de muerte y de necesidad.
10- Mal y torpemente proceden los sacerdotes que reservan a los moribundos penas canónicas en el purgatorio.
11- Esta cizaña, cual la de transformar la pena canónica en pena para el purgatorio, parece por cierto haber sido sembrada mientras los obispos dormían.
12- Antiguamente las penas canónicas no se imponían después sino antes de la absolución, como prueba de la verdadera contrición.
13- Los moribundos son absueltos de todas sus culpas a causa de la muerte y ya son muertos para las leyes canónicas, quedando de derecho exentos de ellas.
14- Una pureza o caridad imperfectas traen consigo para el moribundo, necesariamente, gran miedo; el cual es tanto mayor cuanto menor sean aquéllas.
15- Este temor y horror son suficientes por sí solos (por no hablar de otras cosas) para constituir la pena del purgatorio, puesto que están muy cerca del horror de la desesperación.
16- Al parecer, el infierno, el purgatorio y el cielo difieren entre sí como la desesperación, la cuasi desesperación y al seguridad de la salvación.
17- Parece necesario para las almas del purgatorio que a medida que disminuya el horror, aumente la caridad.
18- Y no parece probado, sea por la razón o por las Escrituras, que estas almas estén excluidas del estado de mérito o del crecimiento en la caridad.
19- Y tampoco parece probado que las almas en el purgatorio, al menos en su totalidad, tengan plena certeza de su bienaventuranza ni aún en el caso de que nosotros podamos estar completamente seguros de ello.
20- Por tanto, cuando el Papa habla de remisión plenaria de todas las penas, significa simplemente el perdón de todas ellas, sino solamente el de aquellas que él mismo impuso.
21- En consecuencia, yerran aquellos predicadores de indulgencias que afirman que el hombre es absuelto a la vez que salvo de toda pena, a causa de las indulgencias del Papa.
22- De modo que el Papa no remite pena alguna a las almas del purgatorio que, según los cánones, ellas debían haber pagado en esta vida.
23- Si a alguien se le puede conceder en todo sentido una remisión de todas las penas, es seguro que ello solamente puede otorgarse a los más perfectos, es decir, muy pocos.
24-Por esta razón, la mayor parte de la gente es necesariamente engañada por esa indiscriminada y jactanciosa promesa de la liberación de las penas.
25- El poder que el Papa tiene universalmente sobre el purgatorio, cualquier obispo o cura lo posee en particular sobre su diócesis o parroquia.
26- Muy bien procede el Papa al dar la remisión a las almas del purgatorio, no en virtud del poder de las llaves (que no posee), sino por vía de la intercesión.
27- Mera doctrina humana predican aquellos que aseveran que tan pronto suena la moneda que se echa en la caja, el alma sale volando.
28- Cierto es que, cuando al tintinear, la moneda cae en la caja, el lucro y la avaricia pueden ir en aumento, más la intercesión de la Iglesia depende sólo de la voluntad de Dios.
29- ¿Quién sabe, acaso, si todas las almas del purgatorio desean ser redimidas? Hay que recordar lo que, según la leyenda, aconteció con San Severino y San Pascual.
30- Nadie está seguro de la sinceridad de su propia contrición y mucho menos de que haya obtenido la remisión plenaria.
31- Cuán raro es el hombre verdaderamente penitente, tan raro como el que en verdad adquiere indulgencias; es decir, que el tal es rarísimo.
32- Serán eternamente condenados junto con sus maestros, aquellos que crean estar seguros de su salvación mediante una carta de indulgencias.
33- Hemos de cuidarnos mucho de aquellos que afirman que las indulgencias del Papa son el inestimable don divino por el cual el hombre es reconciliado con Dios.
34- Pues aquellas gracias de perdón sólo se refieren a las penas de la satisfacción sacramental, las cuales han sido establecidas por los hombres.
35- Predican una doctrina anticristiana aquellos que enseñan que no es necesaria la contrición para los que rescatan almas o confessionalia.
36- Cualquier cristiano verdaderamente arrepentido tiene derecho a la remisión plenaria de pena y culpa, aun sin carta de indulgencias.
37- Cualquier cristiano verdadero, sea que esté vivo o muerto, tiene participación en todos lo bienes de Cristo y de la Iglesia; esta participación le ha sido concedida por Dios, aun sin cartas de indulgencias.
38- No obstante, la remisión y la participación otorgadas por el Papa no han de menospreciarse en manera alguna, porque, como ya he dicho, constituyen un anuncio de la remisión divina.
39- Es dificilísimo hasta para los teólogos más brillantes, ensalzar al mismo tiempo, ante el pueblo. La prodigalidad de las indulgencias y la verdad de la contrición.
40- La verdadera contrición busca y ama las penas, pero la profusión de las indulgencias relaja y hace que las penas sean odiadas; por lo menos, da ocasión para ello.
41- Las indulgencias apostólicas deben predicarse con cautela para que el pueblo no crea equivocadamente que deban ser preferidas a las demás buenas obras de caridad.
42- Debe enseñarse a los cristianos que no es la intención del Papa, en manera alguna, que la compra de indulgencias se compare con las obras de misericordia.
43- Hay que instruir a los cristianos que aquel que socorre al pobre o ayuda al indigente, realiza una obra mayor que si comprase indulgencias.
44- Porque la caridad crece por la obra de caridad y el hombre llega a ser mejor; en cambio, no lo es por las indulgencias, sino a lo mas, liberado de la pena.
45- Debe enseñarse a los cristianos que el que ve a un indigente y, sin prestarle atención, da su dinero para comprar indulgencias, lo que obtiene en verdad no son las indulgencias papales, sino la indignación de Dios.
46- Debe enseñarse a los cristianos que, si no son colmados de bienes superfluos, están obligados a retener lo necesario para su casa y de ningún modo derrocharlo en indulgencias.
47- Debe enseñarse a los cristianos que la compra de indulgencias queda librada a la propia voluntad y no constituye obligación.
48- Se debe enseñar a los cristianos que, al otorgar indulgencias, el Papa tanto más necesita cuanto desea una oración ferviente por su persona, antes que dinero en efectivo.
49- Hay que enseñar a los cristianos que las indulgencias papales son útiles si en ellas no ponen su confianza, pero muy nocivas si, a causa de ellas, pierden el temor de Dios.
50- Debe enseñarse a los cristianos que si el Papa conociera las exacciones de los predicadores de indulgencias, preferiría que la basílica de San Pedro se redujese a cenizas antes que construirla con la piel, la carne y los huesos de sus ovejas.
51- Debe enseñarse a los cristianos que el Papa estaría dispuesto, como es su deber, a dar de su peculio a muchísimos de aquellos a los cuales los pregoneros de indulgencias sonsacaron el dinero aun cuando para ello tuviera que vender la basílica de San Pedro, si fuera menester.
52- Vana es la confianza en la salvación por medio de una carta de indulgencias, aunque el comisario y hasta el mismo Papa pusieran su misma alma como prenda.
53- Son enemigos de Cristo y del Papa los que, para predicar indulgencias, ordenan suspender por completo la predicación de la palabra de Dios en otras iglesias.
54- Oféndese a la palabra de Dios, cuando en un mismo sermón se dedica tanto o más tiempo a las indulgencias que a ella.
55- Ha de ser la intención del Papa que si las indulgencias (que muy poco significan) se celebran con una campana, una procesión y una ceremonia, el evangelio (que es lo más importante)deba predicarse con cien campanas, cien procesiones y cien ceremonias.
56- Los tesoros de la iglesia, de donde el Papa distribuye las indulgencias, no son ni suficientemente mencionados ni conocidos entre el pueblo de Dios.
57- Que en todo caso no son temporales resulta evidente por el hecho de que muchos de los pregoneros no los derrochan, sino más bien los atesoran.
58- Tampoco son los méritos de Cristo y de los santos, porque éstos siempre obran, sin la intervención del Papa, la gracia del hombre interior y la cruz, la muerte y el infierno del hombre exterior.
59- San Lorenzo dijo que los tesoros de la iglesia eran los pobres, mas hablaba usando el término en el sentido de su época.
60- No hablamos exageradamente si afirmamos que las llaves de la iglesia (donadas por el mérito de Cristo) constituyen ese tesoro.
61- Esta claro, pues, que para la remisión de las penas y de los casos reservados, basta con la sola potestad del Papa.
62- El verdadero tesoro de la iglesia es el sacrosanto evangelio de la gloria y de la gracia de Dios.
63- Empero este tesoro es, con razón, muy odiado, puesto que hace que los primeros sean postreros.
64- En cambio, el tesoro de las indulgencias, con razón, es sumamente grato, porque hace que los postreros sean primeros.
65- Por ello, los tesoros del evangelio son redes con las cuales en otros tiempos se pescaban a hombres poseedores de bienes.
66- Los tesoros de las indulgencias son redes con las cuales ahora se pescan las riquezas de los hombres.
67- Respecto a las indulgencias que los predicadores pregonan con gracias máximas, se entiende que efectivamente lo son en cuanto proporcionan ganancias.
68- No obstante, son las gracias más pequeñas en comparación con la gracia de Dios y la piedad de la cruz.
69- Los obispos y curas están obligados a admitir con toda reverencia a los comisarios de las indulgencias apostólicas.
70- Pero tienen el deber aún más de vigilar con todos sus ojos y escuchar con todos sus oídos, para que esos hombres no prediquen sus propios ensueños en lugar de lo que el Papa les ha encomendado.
71- Quién habla contra la verdad de las indulgencias apostólicas, sea anatema y maldito.
72- Mas quien se preocupa por los excesos y demasías verbales de los predicadores de indulgencias, sea bendito.
73- Así como el Papa justamente fulmina excomunión contra los que maquinan algo, con cualquier artimaña de venta en perjuicio de las indulgencias.
74- Tanto más trata de condenar a los que bajo el pretexto de las indulgencias, intrigan en perjuicio de la caridad y la verdad.
75- Es un disparate pensar que las indulgencias del Papa sean tan eficaces como para que puedan absolver, para hablar de algo imposible, a un hombre que haya violado a la madre de Dios.
76- Decimos por el contrario, que las indulgencias papales no pueden borrar el más leve de los pecados veniales, en concierne a la culpa.
77- Afirmar que si San Pedro fuese Papa hoy, no podría conceder mayores gracias, constituye una blasfemia contra San Pedro y el Papa.
78- Sostenemos, por el contrario, que el actual Papa, como cualquier otro, dispone de mayores gracias, saber: el evangelio, las virtudes espirituales, los dones de sanidad, etc., como se dice en 1ª de Corintios 12.
79- Es blasfemia aseverar que la cruz con las armas papales llamativamente erecta, equivale a la cruz de Cristo.
80- Tendrán que rendir cuenta los obispos, curas y teólogos, al permitir que charlas tales se propongan al pueblo.
81- Esta arbitraria predicación de indulgencias hace que ni siquiera, aun para personas cultas, resulte fácil salvar el respeto que se debe al Papa, frente a las calumnias o preguntas indudablemente sutiles de los laicos.
82- Por ejemplo: ¿Por qué el Papa no vacía el purgatorio a causa de la santísima caridad y la muy apremiante necesidad de las almas, lo cual sería la más justa de todas las razones si él redime un número infinito de almas a causa del muy miserable dinero para la construcción de la basílica, lo cual es un motivo completamente insignificante?
83- Del mismo modo: ¿Por qué subsisten las misas y aniversarios por los difuntos y por qué el Papa no devuelve o permite retirar las fundaciones instituidas en beneficio de ellos, puesto que ya no es justo orar por los redimidos?
84- Del mismo modo: ¿Qué es esta nueva piedad de Dios y del Papa, según la cual conceden al impío y enemigo de Dios, por medio del dinero, redimir un alma pía y amiga de Dios, y por que no la redimen más bien, a causa de la necesidad, por gratuita caridad hacia esa misma alma pía y amada?
85- Del mismo modo: ¿Por qué los cánones penitenciales que de hecho y por el desuso desde hace tiempo están abrogados y muertos como tales, se satisfacen no obstante hasta hoy por la concesión de indulgencias, como si estuviesen en plena vigencia?
86- Del mismo modo: ¿Por qué el Papa, cuya fortuna es hoy más abundante que la de los más opulentos ricos, no construye tan sólo una basílica de San Pedro de su propio dinero, en lugar de hacerlo con el de los pobres creyentes?
87- Del mismo modo: ¿Qué es lo que remite el Papa y qué participación concede a los que por una perfecta contrición tienen ya derecho a una remisión y participación plenarias?
88- Del mismo modo: ¿Que bien mayor podría hacerse a la iglesia si el Papa, como lo hace ahora una vez, concediese estas remisiones y participaciones cien veces por día a cualquiera de los creyentes?
89- Dado que el Papa, por medio de sus indulgencias, busca más la salvación de las almas que el dinero, ¿por qué suspende las cartas e indulgencias ya anteriormente concedidas, si son igualmente eficaces?
90- Reprimir estos sagaces argumentos de los laicos sólo por la fuerza, sin desvirtuarlos con razones, significa exponer a la Iglesia y al Papa a la burla de sus enemigos y contribuir a la desdicha de los cristianos.
91- Por tanto, si las indulgencias se predicasen según el espíritu y la intención del Papa, todas esas objeciones se resolverían con facilidad o más bien no existirían.
92- Que se vayan, pues todos aquellos profetas que dicen al pueblo de Cristo: "Paz, paz"; y no hay paz.
93- Que prosperen todos aquellos profetas que dicen al pueblo: "Cruz, cruz" y no hay cruz.
94- Es menester exhortar a los cristianos que se esfuercen por seguir a Cristo, su cabeza, a través de penas, muertes e infierno.
95- Y a confiar en que entrarán al cielo a través de muchas tribulaciones, antes que por la ilusoria seguridad de paz.

La fundadora de la Enfermería Moderna

La fama de heroína romántica de Florence Nightingale oscurece sus méritos como educadora. Y su obra, que trascendió todo tipo de fronteras, ha opacado uno de los aspectos más íntimos y motivadores de ella: Florence inició el trabajo que la convirtió en leyenda, motivada en su respuesta al llamado del Señor a quien amaba.

Gracias a ella se generalizó la formación de enfermeras, dando así origen a una nueva profesión para la mujer. Esta leyenda se ha convertido en un capítulo importante de la cultura de la asistencia sanitaria en el mundo entero, pero no ha contribuido a dar a conocer mejor a Florence Nightingale.

Florence Nightingale se hizo célebre curando a los enfermos y a los heridos durante la guerra de Crimea (1854-1856).
Concluida ésta, pudo haber ocupado un puesto de responsabilidad como enfermera jefe de hospital y supervisora de la formación de enfermeras, pero prefirió retirarse de la vida pública y utilizar su prestigio para apoyar y promover proyectos educativos. Es probable que el hecho de que prefiriese intervenir de modo indirecto, en vez de ocupar un cargo oficial, haya hecho que su influencia fuera aún mayor.

Tras la guerra de Crimea, Nightingale escribió unos doscientos libros, informes y opúsculos que tuvieron importantes repercusiones en la sanidad militar, la asistencia social en la India, los hospitales civiles, las estadísticas médicas y la asistencia a los enfermos. Su mayor aportación educativa fue la creación de nuevas instituciones para la formación tanto de médicos militares como de enfermeras de hospital, pero algunos de sus proyectos educativos menos conocidos están llenos de enseñanzas.

Nightingale ha sido objeto de estudio como reformadora, como estadística, como administradora y como investigadora, pero los estudios sobre su influencia como educadora han sido escasos.
La obra que relata sus experiencias en la formación de enfermeras (Baly, 1986) silencia el contexto más general de las ideas educativas de Florence Nightingale para centrarse en los aspectos administrativos, a menudo complicados, de los comienzos de la “Escuela Nightingale” de enfermeras.

No es de extrañar que los diversos aspectos de la educación con los que Florence Nightingale estuvo relacionada estuvieran vinculados por numerosos temas comunes. Hasta los 31 años, ella no tuvo la oportunidad de aprovechar su propia educación y preparación.
Florence se sentía impulsada a hacer algún uso práctico de sus conocimientos, por lo que sus primeras cartas, apuntes y opúsculos hacen continuas referencias a los objetivos de la educación y critican la instrucción que recibían las mujeres de su época. Si tenemos en cuenta estos primeros escritos, y su posterior labor como promotora de planes de formación, podemos afirmar que Florence Nightingale fue una gran educadora, aunque no haya sido reconocida como tal.

Primeros años

Florence, que nació en 1820, era la segunda hija de William y Frances Nightingale, un matrimonio acomodado adepto de la doctrina unitaria (disidentes de la Iglesia Anglicana).
Florence creció en una época de intensos cambios sociales, en un entorno de ideas liberales y reformistas. Su abuelo materno, William Smith, fue diputado durante 46 años, gran defensor de los derechos de los disidentes en materia religiosa y militante por la abolición de la trata de esclavos. Al participar algunos miembros de su familia en la vida política, no es de extrañar que Florence se sintiera profundamente interesada por los grandes problemas de su época.

La educación tanto de Florence como de Parthenope, su hermana mayor, fue supervisada por su padre, que había estudiado en la Universidad de Cambridge. Su programa de estudios comprendía el latín, el griego, la historia, la filosofía, las matemáticas, las lenguas modernas y la música.

William Edward Nightingale, de profundas convicciones religiosas, fue un hombre de ideas progresistas en lo referente a la mejora de la sociedad y a la educación de la mujer, por lo que se ocupó de la educación de sus hijas con una seriedad que por lo general solía reservarse a la educación de los hijos varones.

Si Parthenope se interesaba sobre todo por el dibujo, Florence siempre tuvoafición al estudio.
Durante los últimos años de su vida prestó una valiosa ayuda a Benjamin Jowett en la traducción de los Diálogos de Platón, lo que muestra la amplitud de su erudición.

Una mujer de la posición social de Florence tenía escasas oportunidades de aplicar en la práctica sus conocimientos. Era todavía una adolescente cuando empezó a sentir un conflicto entre su propia voluntad de acción y los placeres de la animada vida familiar social.

Su “vocación”

A los 17 años, Florence, según recoge en unos apuntes personales, ocurrió un suceso que cambiaría su destino: Sintió el llamado de Dios, una experiencia decisiva que fortaleció su convicción de que no estaba hecha para una vida ordinaria.

Entre los 20 y los 30 años, hubo frecuentes conflictos con sus padres que proyectaban el matrimonio para ella, pero logró mantener tenazmente su independencia.
No era fácil encontrar una esfera de actividad que permitiera a Florence Nightingale encausar su talento y sus aptitudes.

A los 30 años, recordaba su frustración: “Siendo ya adulta, lo que más anhelaba era seguir una educación universitaria, adquirir conocimientos; pero aquello fue provisional”.

En 1848 se inauguró el Queen’s College, en el que se ofrecía un nuevo tipo de educación superior para la mujer, pero Florence no mostró el menor interés; estaba buscando ya un campo de acción, un modo de aprovechar unosconocimientos que ya eran considerables.

Escribía por aquel entonces:
Lo primero que recuerdo, y también lo último, es que quería trabajar como enfermera o, al menos, quería trabajar en la enseñanza, pero en la enseñanza de los delincuentes más que en la de los jóvenes. Sin embargo, yo no había recibido la educación necesaria para ello (Vicinus y Nergaard, 1989, pág. 30).

En 1845, Florence, decidida por cualquier medio a aprender la enfermería en la práctica, había pedido permiso a sus padres para atender a los enfermos en la Clínica Salisbury, cuyo médico jefe era un amigo de la familia.
Pero no obtuvo el permiso, y no porque tuvieran algo en particular contra el hospital, sino porque sus padres consideraban que no era un trabajo adecuado para una dama de su posición social. Comentario de Florence sobre este asunto: “para ellos era como si hubiese decidido ser ayudante de cocina”.

Finalmente, llegó a la amarga conclusión de que sólo la viudez o la pobreza podían dar una ocasión de trabajar a una mujer con educación.
Durante este triste periodo de su vida, recibió cierto estímulo del doctor Samuel Gridley Howe, el americano pionero en la enseñanza para ciegos, quien le aconsejó que perseverase en su vocación de enfermera a pesar de la consternación de familiares y amigos.

Cuando vivió en 1848 en Londres, Florence tuvo la oportunidad de enseñar durante varios meses a los niños pobres (sus “ladronzuelos”) en la Ragged School de Westminster.
Esta experiencia le abrió los ojos ante el fenómeno de la pobreza y adquirió la certeza de que podía ser útil pero, una vez más, no pudo hacer oídos sordos a los reparos de su familia: “Si pudiéramos ser educados – observó Florence – dejando al margen lo que la gente piense o deje de pensar, y teniendo en cuenta sólo lo que en principio es bueno o malo, ¡qué diferente sería todo!” (O’Maley, 1931, pág. 151).

Un hito decisivo

Sin descuidar la cotidianeidad de su vida de Fe, en 1849, Florence se embarcó en un viaje cultural por Egipto y Grecia durante el que dedicó algún tiempo a tomar apuntes detallados sobre la situación social y sobre los vestigios arqueológicos.
En el viaje de regreso, de paso por Alemania, el grupo visitó Kaiserswerth, cerca de Düsseldorf, lugar en el que el pastor Theodor Fliedner había fundado en 1836 un hospital que era además orfanato y escuela.
El personal de la institución estaba formado por “diaconisas” formadas por Fliedner y su esposa Caroline.

A los treinta años, “la edad a la que Jesucristo comenzó su misión” (en palabras de Florence), volvió a Kaiserswerth para recibir una formación de enfermera, pese a la tenaz oposición de su familia.

Florence demostró ser una alumna capacitada, y al cabo de tres meses de formación el pastor Fliedner le sugirió que publicara un relato sobre la vida en Kaiserswerth destinado a los lectores ingleses (Nightingale, 1851).
Florence, por su parte, estaba deseosa de dar a conocer Kaiserswerth como un lugar en el que las mujeres podían recibir una educación útil.
El opúsculo, publicado anónimamente, comienza con una crítica a la educación que se impartía entonces a las mujeres:

[…] aunque desde el punto de vista intelectual se ha dado un paso adelante, desde el punto de vista práctico no se ha progresado. La mujer está en desequilibrio. Su educación para la ación no va al mismo ritmo que su enriquecimiento.

Este tema ya lo había desarrollado en 1846, en una carta a su padre, con respecto a la
educación en general; y lo que llama la atención es que Florence no veía entonces ningún
sistema sencillo para corregir la desigualdad entre la teoría y la práctica. Su idea era: “hay que realizar ensayos, hay que emprender esfuerzos; algunos cuerpos tienen que caer en la brechapara que otros pasen sobre ellos…” (Vicinus y Nergaard, 1989, pág. 30).

No hay que olvidareste comentario al examinar los orígenes de la Escuela Nightingale 14 años después.
Florence Nightingale no encontró una aplicación inmediata a su recién adquirida formación, por lo que a su regreso de Kaiserswerth, en 1851, redactó un borrador de lo que ella denominó su “religión para artesanos”.
Eran consideraciones filosóficas que publicó más tarde en tres volúmenes, en una edición privada, con el título Suggestions for thought for searchers after religious truth, (Nightingale, 1860), algo así como “Sugerencia para los investigadores, más allá de la verdad religiosa”

En un capítulo de carácter semiautobiográfico titulado “Cassandra”, que es texto clave
para entender la historia de la mujer del siglo XIX, lanzó un apasionado llamamiento a un
nuevo tipo de educación:
“Las mujeres anhelan una educación que les enseñe a enseñar, que les enseñe las reglas de la mente humana y cómo aplicarlas…” (Nightingale, 1860, pág. 391).

Como era característico en ella, tras haber expresado su idealismo, proseguía con su pragmatismo: “y sabiendo, en la situación actual, lo imperfecta que puede ser tal educación, anhelan una experiencia, pero una experiencia aplicada y sistematizada”.

Entre 1851 y 1854, Nightingale completó la instrucción práctica que había adquirido en
Kaiserswerth visitando hospitales de Gran Bretaña y de Europa, y recogiendo información.
Sistematizó todas estas experiencias analizando informes de hospitales y publicaciones
oficiales sobre la sanidad pública.

Cuando en 1853 visitó el Hospital Lariboisière en París, quedó favorablemente impresionada por sus salas, construidas a modo de pabellones. Estas salas estaban especialmente diseñadas para recibir la luz y el aire fresco, al tiempo que permitían que los “efluvios malignos” o “miasmas” pudieran disiparse entre los largos y estrechos bloques. Su estudio sobre la disminución de la mortalidad en Lariboisière contribuyó a confirma la denominada “teoría de los miasmas”, que sostenía que la enfermedad surgía espontáneamente en los espacios sucios y cerrados.
Ésta había sido la base para el desarrollo de la sanidad pública en el Reino Unido a partir de 1830, con medidas tales como la construcción de alcantarillas y el suministro de agua pura a las ciudades.

Entre los que se ocupaban de sanidad pública, los llamados “reformadores de la sanidad”, había pocos médicos; muchos eran ingenieros civiles y Edwin Chadwick, principal encargado de la sanidad en aquella época, trabajaba en una compañía de seguros.

En 1858, Louis Pasteur descubrió los “gérmenes” y probó que la enfermedad no aparecía espontáneamente. Esto sirvió de base a algunos científicos médicos para atacar los proyectos de los reformadores sanitarios; pero aunque las premisas de éstos fuesen erróneas, puede afirmarse que sus conclusiones eran correctas y que sus reformas eran válidas.

El interés de Florence Nightingale por la higiene durante la guerra de Crimea, así como
la importancia que dio al papel de la enfermera en la organización del entorno, se deben en
gran medida a su forma de entender las causas de la enfermedad.
Se distingue de los partidarios de la “teoría de los miasmas” de su tiempo por la conexión tan personal que establece entre sus ideas científicas y religiosas.
Para Florence, "Dios había creado la enfermedad de las miasmas para que el hombre pudiera conocer sus causas a través de la observación y prevenir así su reaparición mediante la organización del entorno. Creía, por consiguiente, que las enfermeras, al encargarse de la higiene, tenían una oportunidad única para progresar espiritualmente, para descubrir la naturaleza de Dios mediante el aprendizaje de sus “leyes de la salud” (Nightingale, 1873).

Florence Nightingale consideraba que nunca se le había enseñado nada sobre la naturaleza de la enfermedad, ni siquiera en Kaiserswerth, sino que había aprendido a través de la experiencia, la observación y la reflexión, de modo que, cuando fue llamada a organizar la formación de enfermeras, intentó reproducir las condiciones en las que ella había aprendido la realidad evidente de la enfermedad.

Florence Nightingale sólo obtuvo su primer empleo en agosto de 1853; era un puesto que por fin le daba la oportunidad de aplicar sus conocimientos y su formación. Fue nombrada directora de un sanatorio para señoras de la alta sociedad, que se encontraba en Upper Harley Street, n° 1, en el West End de Londres, donde permaneció hasta el estallido de la guerra de Crimea.
Demostró ser una excelente gerente y, aunque en el trabajo diario tanto ella como sus enfermeras se atenían sin discusión a las indicaciones de los médicos, en todo lo referente al tratamiento y en sus relaciones con el comité de dirección impugnaba las decisiones y a veces hasta hacía caso omiso de ellas en interés de los pacientes.

La guerra de Crimea

En 1854, Florence Nightingale estaba buscando nuevas oportunidades de demostrar sus aptitudes, por ejemplo en tanto que enfermera jefe en algún hospital de Londres, cuando estalló la guerra de Crimea.

La organización de los hospitales británicos durante la guerra no era probablemente más deficiente que la última vez en que fue puesta a prueba, cuarenta años antes, durante las guerras napoleónicas.
No obstante, durante la guerra de Crimea la sociedad tenía mayores expectativas y la población estaba mejor informada del desarrollo de los acontecimientos gracias a las noticias del frente que enviaban los corresponsales de prensa. La preocupación por el bienestar de los soldados que se manifestó como una oleada en la opinión pública permitió al Secretario de Estado para la Guerra, Sidney Herbert, tomar una medida radical.

La designación de Florence Nightingale para dirigir a un grupo de enfermeras no tenía precedente alguno. Ninguna mujer había ocupado antes un puesto oficial en el ejército y su nombramiento podía tener resultados interesante, ya que se trataba de una enfermera
experimentada, muy inteligente, pero nada dispuesta a aceptar órdenes de una jerarquía cerril.
Florence entendió inmediatamente cuál era la situación en Escutari, donde se encontraba
el principal hospital británico.
Como no deseaba ganarse la antipatía de los médicos, lo que habría dificultado las posibles reformas, sus primeras medidas fueron someter a sus enfermeras a la autoridad de los médicos e instalar una lavandería en el hospital. En tan sólo un mes ya había conseguido mejoras en el mantenimiento de las salas, había obtenido ropa de cama y prendas nuevas para los soldados y había mejorado las comidas del hospital.
Además de supervisar la asistencia a los pacientes, escribió cartas en nombre de los
soldados, organizó un sistema para enviar dinero a sus familias y proporcionó juegos y
cuartos de lectura a los convalecientes. Se enfrentó tanto con las autoridades militares como
con el servicio de intendencia y no dejó ni un momento de descanso al director de los
servicios médicos militares. El creciente interés del público por sus iniciativas dio a su
opinión una fuerza de la que no disponían los reformadores en las filas del ejército. Muchas
de las recomendaciones de la directora de enfermeras al Secretario de Estado para la Guerra
se convirtieron rápidamente en nuevos reglamentos militares.

Si su genio administrativo la hizo ganarse el respeto de la reina Victoria y de muchos de los miembros del gobierno, lo que suscitó el cariño del pueblo británico fue la atención y el cuidado que dedicó personalmente a los soldados enfermos y heridos. Se dice que cada noche recorría los seis kilómetros de pasillos del hospital y un soldado agradecido recordaba cómo besaba la sombra de la “dama del candil” cuando ésta pasaba por su lado.

Florence Nightingale se convirtió en un símbolo de esperanza en una campaña militar que, por lo demás, fue desastrosa.

En noviembre de 1855, en el momento en que la popularidad que ganó Florence durante
la guerra de Crimea había llegado a su apogeo, un grupo de seguidores suyos organizaron una reunión pública en Londres con el fin de reunir fondos para que, a su regreso a Inglaterra, pudiera llevar a cabo la reforma de los hospitales civiles mediante la creación de una escuela modelo de enfermeras y de auxiliares de hospital. El Fondo Nightingale nació con muy poca colaboración de aquella cuyo nombre había adoptado; ésta, por aquellas fechas, se hallaba inmersa en los problemas de la guerra. No le prestó atención hasta 1860, e incluso entonces tuvo que afrontar otros problemas apremiantes.

Cuando volvió a Inglaterra, Florence se indignó al comprobar que las autoridades no parecían dispuestas a investigar demasiado sobre la desastrosa organización que había causado en Crimea 16.000 muertos por enfermedad frente a 4.000 muertos en el campo de batalla. Inmediatamente montó una campaña para la creación de una comisión investigadora, y el asunto no concluyó hasta 1860.

Según el biógrafo crítico Lytton Strachey, “Escutari le había proporcionado conocimientos, pero también le había dado poder: su inmensa reputación la sostenía; era una fuerza incalculable” (1918). En realidad, el “poder” de Nightingale era algo más sutil que lo de parecía dar a entender Strachey, pero aun así era irresistible.

La educación en el ejército

Florence Nightingale utilizó su influencia para abogar en favor de la educación de los soldados británicos y de los médicos militares. A pesar de que las órdenes que recibió antes de ir a Crimea limitaban sus competencias, en el momento más crítico de la guerra Florence había señalado la falta de experiencia práctica de muchos de los jóvenes cirujanos y había propuesto que recibieran lecciones sobre patología y cuestiones afines sin esperar a que acabara el conflicto.
De hecho, y como resultado de su sugerencia, se instaló durante algún tiempo un laboratorio de patología en Escutari. Su interés por la instrucción práctica en medicina iba a ser luego compartida por la Comisión Real sobre sanidad en el Ejército Británico, que hizo de esa instrucción una de sus cuatro áreas de estudio.

Florence Nightingale contribuyó de modo decisivo a la creación de la Comisión Real en 1857.
Con Sidney Herbert como presidente de la misma y con una mayoría de partidarios en la junta, Florence se dedicó a ordenar sus pruebas sobre la mala administración de los hospitales y a reunir estadísticas de mortalidad. (La elección en 1860 de Florence como primera mujer miembro de la Royal Statistical Society se basó esencialmente en la calidad de sus estadísticas sobre Crimea).

Florence Nightingale elaboró planes para la educación médica militar en sus “Notas sobre cuestiones relativas a la sanidad, la eficacia y la administración de los hospitales en el Ejército Británico”, publicadas en 1858 en una edición privada. El objetivo de la formación estaba claramente basado en las lecciones aprendidas en la reciente guerra:

[…] sea cual sea el grado de información científica de que disponen los estudiantes al entrar en el ejército, poco o nada puede deducirse de ello en lo tocante a sus conocimientos prácticos. Pero como ingresar en el ejército significa para ellos, automáticamente, enfrentarse con la práctica, y en un corto espacio de tiempo tienen pacientes a su cargo, parece necesaria la existencia de una escuela donde el alumno pueda adquirir un conocimiento práctico entre su ingreso en el ejército y el momento en que se incorpore a su regimiento (Nightingale, 1858, pág. 43).

Propuestas presentadas de modo tan convincente que fueron puestas en práctica por médicos y cirujanos experimentados, veteranos de la campaña de Crimea.
En 1860, se creó la primera Escuela de Medicina Militar del Reino Unido en Fort Pitt, (Chatham).

Su interés por la educación en el ejército abarcaba desde la formación de los médicos hasta la enseñanza a las tropas. Un artículo de reciente publicación sobre este aspecto poco conocido de la labor de Florence Nightingale (Calabria, 1994) ha mostrado que tenía ideas más bien avanzadas para su época, ya que ella pensaba que podía educarse de algún modo al soldado raso.
Si bien, como muchos de sus contemporáneos, era consciente de los efectos debilitantes que tanto el alcohol como la prostitución tenían para el ejército, Florence se distinguía de ellos porque creía que la condición del soldado era achacable al entorno más que a su propia naturaleza.

Nunca he podido compartir – escribía – el prejuicio sobre la indolencia, la sensualidad y la ineptitud del soldado. Al contrario, creo […] que nunca he conocido a una gente tan receptiva y atenta como el del ejército. Si se les ofrece la oportunidad de enviar dinero a casa de manera rápida y segura […] lo harán. Si se les ofrece una escuela, asistirán a clase. Si se les ofrece un libro, un juego y una linterna mágica, dejarán de beber (Goldie, 1987, pág. 21).

El éxito de las salas de lectura de Escutari alentó a Florence Nightingale después de la guerra a promover, con cierto éxito, la creación de salas similares en cuarteles más grandes.
La experiencia de Crimea brindó a Florence la oportunidad de poner a prueba sus ideas;
de ahí que, después de la guerra, se sintiera obligada a publicar sus conclusiones (Nightingale, 1858; 1858; 1859).
Sabía que había que aprovechar inmediatamente la posibilidad de sacar las lecciones de la guerra: “No podemos repetirlo, como si fuese un experimento químico. Debe ser presentado como un ejemplo histórico” (McDonald, 1993).

Así como las reformas suscitadas por la guerra de Crimea requerían una atención inmediata, las reformas en la asistencia a los enfermos no precisaban de tanta urgencia. Así, Florence Nightingale sólo volvió a consagrarse a la formación de enfermeras en 1869, cuatro años después de la guerra de Crimea, actividad a la que su nombre siempre ha estado estrechamente unido.

La formación de las enfermeras

La idea de formar enfermeras no era totalmente nueva en la Gran Bretaña de mediados del siglo XIX. Ya antes de la guerra de Crimea habían comenzado a resurgir las asociaciones de enfermeras, que agrupaban a numerosas mujeres competentes y moralmente intachables, en contraposición al estereotipo de enfermera borracha e ignorante creado por Charles Dickens.

Durante los decenios de 1830-1840 y 1840-1850, y gracias a las nuevas libertades religiosas, se habían creado en Gran Bretaña numerosos centros como St. John’s House, una hermandad anglicana creada en 1848, que en tres meses formaba a mujeres para cuidar a los enfermos pobres en sus propios hogares.
Seis enfermeras de la St. John’s House acompañaron a Florence Nightingale a Crimea; sin embargo, y a pesar de la amistad que entabló tanto con Mary Jones, directora de la hermandad, como con la reverenda madre Clare Moore, superiora del Convento de la Merced de Bermondsey, del que procedían algunas de las enfermeras de Crimea, Florence insistió en instaurar una formación laica de las enfermeras.

A medida que maduraba su idea, era consciente de la resistencia que podía suscitar. Durante la guerra de Crimea, el rumor aparecido en la prensa de que algunas enfermeras habían intentado convertir a soldados en sus lechos de muerte había estado a punto de dar al traste con su misión.
El temor a este tipo de controversias fue probablemente un factor de peso que hizo que Florence Nightingale se inclinara por la formación laica de enfermeras.

En los hospitales, algunos habían empezado ya a protestar ruidosamente contra las
nuevas enfermeras. En 1856, John Flint South, cirujano en el hospital St. Thomas de Londres, declaró que en su opinión una enfermera no necesitaba más formación que una criada.

A pesar de todo, Florence y el Fondo Nightingale comenzaron a negociar en 1859 la creación de un centro de formación de enfermeras en el hospital St. Thomas. La oposición de ciertos sectores de la profesión médica era inevitable.

Florence Nightingale prefería intervenir de modo indirecto a tomar directamente decisiones, pero en lo que respecta a la Escuela Nightingale otros motivos pueden haberla llevado a permanecer en un segundo plano. La enfermedad que la había venido aquejando desde la guerra de Crimea limitaba su actividad, por lo que parecía lógico que delegase las funciones de dirección de la escuela, con su enorme volumen de trabajo, a alguna enérgica jefa de enfermeras. Aunque hubiera gozado de buena salud, probablemente nunca se hubiera dedicado a la enseñanza.

De su correspondencia privada se desprende que noestimaba ser una buena profesora de mujeres. En diciembre de 1861 escribió a Mary Mohl no sin cierta exageración:
Mis teorías no han suscitado interés entre las mujeres. Las que fueron conmigo a Crimea no aprendieron nada de mí, y ninguna […] ha sacado las lecciones de la guerra (Vicinus y Nergaard, 1989, pág. 230).

Le parecía también evidente que los mejores profesores eran los que practicaban realmente su oficio:
La autora de estas líneas, que conoce tal vez mejor que ninguna otra persona en Europa lo que podríamos llamar el trabajo de enfermera de hospital, es decir, la labor práctica de la enfermera, cree sinceramente que es algo imposible de aprender en los libros y que sólo se puede aprender a fondo en las salas de un hospital; también cree que para aprender a administrar cuidados médicos en cirugía, la mejor escuela de Europa es observar a una “monja” de cualquier hospital de Londres (Nightingale, 1860).

Aunque Florence Nightingale consideraba que los libros de texto eran inapropiados para enseñar en qué consistía el “quehacer” de la enfermera, admitía que los libros podían ser útiles para familiarizarse con el entorno administrativo o sanitario de la labor de la enfermera.
Su insistencia en que, para facilitar el estudio y la reflexión, cada alumna enfermera debía tener su propia habitación en el Hogar Nightingale muestra que no sólo le preocupaba el aspecto práctico de la formación.

En sus primeros años, la Escuela Nightingale tenía las siguientes características:
— la escuela era independiente, pero estaba vinculada a un hospital;
— las alumnas dependían únicamente de la enfermera jefe;
— la escuela proporcionaba un hogar a las alumnas;
— la instrucción de las alumnas corría a cargo de miembros del hospital (monjas y
médicos);
— la evaluación de las alumnas corría a cargo de las monjas y de la enfermera jefe;
— las alumnas recibían un salario mínimo durante su formación;
— el contrato de alumna enfermera estipulaba que ésta debía aceptar, tras su formación, un
puesto en algún hospital elegido por el Fondo Nightingale, cuya política consistía en enviar grupos de enfermeras para difundir el sistema Nightingale de formación en otros hospitales.

La nueva labor de Florence Nightingale entrañaba no pocas dificultades. El sistema dependía de monjas que carecían de formación; los médicos, como era de prever, no entendían que las enfermeras necesitaran una formación específica; la enfermera jefe, Sarah Wardroper, responsable de las enfermeras en el hospital, utilizaba a las alumnas como personal suplementario. En definitiva, no resultaba fácil encontrar alumnas con las cualidades requeridas.

Según Monica Baly, historiadora del Fondo Nightingale:
El candil de Nightingale no dio luz inmediatamente; la reforma llegó de manera lenta y penosa, de forma que lo que se conoció como el sistema Nightingale no fue el proyecto ideal imaginado por Florence Nightingale, sino un experimento pragmático derivado de un compromiso forzoso (Baly, 1986, pág. 230).

La afirmación de la doctora Baly es sin duda acertada: la escuela no progresó de manera tan
regular como sugirieron los primeros historiadores, y la primera década fue especialmente
difícil. Ahora bien, el dispositivo que empezó a emerger durante los años siguientes mejoró
considerablemente, sobre todo gracias a una serie de iniciativas tomadas por la propia
Florence Nightingale en los años posteriores a 1870. En realidad, no hay muchas razones para creer que la formación de enfermeras fuera para ella algo más que un experimento. Su amarga experiencia con la Comisión Real sobre la sanidad en el ejército le había enseñado que las reformas no se conseguían de golpe.

Desde 1872 hasta que sus fuerzas empezaron a flaquear, siguió de cerca el desarrollo de la escuela y los progresos de muchas alumnas a las que enviaba anualmente un documento impreso lleno de consejos prácticos y morales.

Otro punto que conviene tener en cuenta a la hora de valorar el éxito de la Escuela
Nightingale es que, a pesar de sus comienzos difíciles, su crédito llegó a ser enorme, en parte porque Nightingale seguía siendo una leyenda, pero también gracias al duro trabajo realizado.
Henry Bonham-Carter, primo de Florence Nightingale y secretario del Fondo Nightingale de1861 a 1914, contribuyó con su dedicación a que se reconocieran los resultados de la EscuelaNightingale.

En 1887, año en el que se jubiló de su puesto de dirección la Sra. Wardroper, Bonham-Carter tuvo la satisfacción de anunciar que 42 hospitales contaban con enfermeras jefes formadas en la Escuela Nightingale, en la que un total de 520 enfermeras habían completado su instrucción.
Los éxitos de la escuela facilitaron la incorporación de alumnas
mejor capacitadas, por lo que “enfermeras Nightingale” cada vez mejor preparadas comenzaron a crear sus propias escuelas de enfermeras.

Las primeras emigraciones de “enfermeras Nightingale” a Australia, Canadá, India, Finlandia, Alemania, Suecia y Estados Unidos permitieron la creación de una red internacional de escuelas que aplicaban el sistema Nightingale. A medida que el oficio de enfermera se convertía en todo el mundo en una ocupación digna para la mujer, el “candil” de Florence Nightingale pasó a ser el emblema de la profesión, simbolizando, por un lado, la esperanza transmitida a los heridos en Crimea y, por otro, la cultura y el estudio.

Cuando, en 1934, se creó la Florence Nightingale International Foundation con el objeto de perpetuar dignamente el legado educativo de Florence Nightingale, su emblema fue, naturalmente, un “candil”.

Las teorías de Florence Nightingale

Si hubo un momento en que pudo decirse que del candil de Florence Nightingale venía efectivamente la luz, fue en 1882, año en que escribió dos artículos para el Quain’s dictionary of medicine titulados “Formación de las enfermeras” y “Cómo cuidar al enfermo”.

En el primero presentó por vez primera los requisitos que debía cumplir una escuela ideal de enfermeras, a partir de la experiencia de la Escuela Nightingale.
Una de las condiciones básicas era la presencia de “monjas residentes”. Su papel consistía en consolidar la instrucción recibida en las salas y en evaluar el progreso moral de las alumnas. De hecho, era la primera profesora de enfermeras especializada.

Resulta sorprendente que en 1860 Florence Nightingale hubiera concebido la formación de enfermeras sin esta función y que hubiera estimado suficiente la intervención de la enfermera jefe, de las monjas y de los médicos.
Nightingale expuso también una teoría sobre el aprendizaje en la que hacía hincapié en la adquisición de las destrezas prácticas:

La observación indica cómo está el paciente; la reflexión indica qué hay que hacer; la destreza práctica indica cómo hay que hacerlo. La formación y la experiencia son necesarias para saber cómo observar y qué observar; cómo pensar y qué pensar (Nightingale, 1882).

Florence Nightingale consideraba que, una vez que la enfermera había “aprendido a aprender”, el proceso de formación debía continuar más allá de la escuela. Sus ideas al respecto eran asombrosamente vanguardistas: “hoy en día, cada cinco o diez años […] se necesita una segunda formación” (Seymer, 1954, pág. 333).

No es de extrañar que durante sus últimos años Florence Nightingale criticara la profesionalización de las enfermeras.
En su opinión, la inscripción en un registro profesional pondría un punto final a la formación, llevaría a la presunción y en definitiva no sería más que una reproducción de la trayectoria profesional que habían seguido los médicos. Florence destacaba lo que de específico tenía la actividad de la enfermera y la responsabilidad personal de ésta en el bienestar del paciente. A su entender, era más fácil conseguir este bienestar si la enfermera entendía su trabajo como una llamada interior o una vocación, más que como una profesión. Tal vez era inevitable, pero finalmente sus razonamientos fueron desoídos.

Promotora de la educación

La educación formó parte de cada una de las parcelas de la vida de Florence Nightingale. En todas ellas, el nexo común era su preocupación por que los métodos educativos fuesen
prácticos y reflejasen los objetivos de dicha educación.

Se interesó profundamente por la escuela primaria local cercana a su casa familiar, en el condado de Derbyshire. Aunque proporcionó libros a la biblioteca de la escuela, estaba también interesada en otros métodos de enseñanza. Como la geología del condado de Derbyshire era muy rica, recomendó la utilización en las aulas de muestras minerales como material didáctico. Este sistema tenía muy poco que ver con los aburridísimos métodos de "Mister Gradgrind", la caricatura del maestro victoriano que describió Charles Dickens.

Su interés por las escuelas se extendió a las colonias británicas. Le interesaban especialmente los efectos de la escolarización en la salud de los niños.
En 1863, con el patrocinio del duque de Newcastle, dirigió un estudio estadístico en 143 escuelas coloniales de Australia, Canadá, Sudáfrica y Ceilán (el actual Sri Lanka). Temía que los métodos
educativos europeos no estuvieran adaptados a la educación de las poblaciones indígenas.

En su correspondencia con Sir George Grey, gobernador de Nueva Zelandia, explicaba:
Mantener durante gran parte del día a unos cuantos niños en un aula, llenándoles la cabeza de fórmulas e intentando despertar su interés, [sería] desastroso para una raza no acostumbrada a ese tratamiento. Ocasionaría problemas de salud, escrófula y tuberculosis en los niños. De hecho, sería condenarlos a una muerte lenta (Keith, 1995).
Según Jocelyn Keith, este consejo fue ignorado por completo.

En los últimos años del decenio 1860-1870, Nightingale centró su atención en el tema de la educación en los asilos de pobres. Su crítica mordaz al régimen terrible a que estaban sometidos los pobres allí alojados fue unánimemente aplaudida. El fondo de su argumentación era que no había que castigar a los pobres, sino enseñarles a que se valieran por sí mismos, y que era por tanto importante impartirles un adiestramiento práctico que les permitiera adquirir destrezas manuales. Estaba convencida de que había que sacar a los niños del ambiente de los asilos para que pudieran educarse en las escuelas industriales de reciente creación.

Su vieja amistad con el doctor Benjamin Jowett, director del Balliol College de la Universidad de Oxford, hizo que se interesara por la educación universitaria.
En 1870-1880, Florence había apoyado la idea de crear una medalla al mérito por los trabajos estadísticos en memoria de Adolphe Quételet, fundador de la estadística moderna. A principios del decenio de los noventa, Jowett reavivó su deseo de fomentar la estadística y la puso en contacto con el profesor Francis Galton, el conocido matemático. Juntos concibieron el proyecto de creación de una nueva cátedra de Estadística en Oxford.
En una carta dirigida a Galton, con fecha del 7 de febrero de 1891, Florence Nightingale propuso que en dicha cátedra se estudiara la importancia de la estadística para disciplinas como la educación, la criminología, los asilos y la India. Sus propuestas no prosperaron, y los historiadores no han podido encontrar las causas de tal fracaso.

Conviene resaltar que los medios universitarios de la época por lo general no compartían el interés de Florence Nightingale por la aplicación de la estadística a los problemas sociales. Karl Pearson, el padre de la estadística aplicada moderna, reconoció el interés de las ideas de Florence Nightingale, de modo que su contribución no fue del todo inútil.

Conclusión

En uno de sus trabajos, Florence Nightingale citó una frase de una conferencia sobre educación en las universidades de St. Andrew y de Glasgow que resumía perfectamente su propio punto de vista: “[…] educar no es enseñar al hombre a saber, sino a hacer” (Nightingale, 1873, pág. 576).

Parece justo juzgar la contribución de Florence Nightingale a la educación teniendo en cuenta los resultados concretos de sus reformas. Estas líneas que le fueron escritas por Benjamin Jowett hubieran podido servir de epitafio:

Usted despertó sentimientos románticos en muchas personas hace 23 años, de regreso de Crimea […] pero ahora trabaja en silencio y nadie sabe cuántas vidas salvan sus enfermeras en los hospitales, ni cuántos miles de soldados […] están vivos gracias a su previsión y a su diligencia, ni cuántos indios de esta generación y de las generaciones venideras habrán sido preservados del hambre y de la opresión gracias a la energía de una dama enferma que apenas puede levantarse de la cama. El mundo lo ignora o no piensa en ello. Pero yo lo sé y a menudo pienso en ello (31 de diciembre de 1879).

Florence Nightingale, una mujer que respondió al llamado de Dios, lo dejó todo por su vocación y alumbró al mundo con sus ejemplo.